1°. Se determinará la situación
del pueblo en la provincia, marcándola .especialmente con la capital y puntos
de la costa; y si fuese posible la elevación de que goza sobre el nivel del
mar.
2. En qué años, desde 1800, se
ha padecido en él la fiebre amarilla.
3º. Si se cree que fuese
importado, o que se desenvolvió espontáneamente por la acción de causas
atmosféricas locales, u otras, tomando después el carácter epidémico contagioso
con que hizo sus estragos.
4. En el primer caso, se
expresarán los fundamentos de aquel juicio, señalando el pueblo u foco de donde
se cree pudo ser llevada, individualizando la persona ó personas que pudieron
conducirla, y la dirección que el mal siguió en las calles y barrios, una
vez declarado.
5º. Si se ordenaron y llevaron á efecto algunas
medidas de precaución é incomunicación, ya por las autoridades, ó bien por
algunos establecimientos en particular; y si estas medidas bastaron á reprimir
en parte 6 en todo los progresos de la enfermedad.
6°.
En el segundo caso, se detallarán igualmente las que se crean causas
productoras del miasma, como excesivos calores, pantanos, lagunas, bosques,
etc. marcando del mismo modo la carrera, y duración con que se fue propagando,
ó los varios puntos que se afectaron día vez.
7°. Si las personas fugadas de la población, y que se
conservaron en incomunicación perfecta, permanecieron ilesas y sin ser atacadas
de dicho mal.
8°. Si declarado este en alguno de los fugados, se
comunicó á los demás que le acompañaban; en cuyo caso seta importante el
determinar la distancia ú que se alejaron del pueblo, y Las circunstancias del
local que ocupaban.
9º. De cualquiera de estos modos, será de la mayor
utilidad la formación de un estado, que presente por resulta el número de
personas que fueron invadidas en cada
una de las epidemias observadas, las que resultaron curadas y las que
fallecieron, determinando el sexo y la virilidad o infancia.
No sería el único médico que culpe del contagio a los arrieros; en su
informe sobre la vecina Alcalá el facultativo Jose Sánchez Aznar hace
responsable a los arrieros alcalaínos de llevar el contagio a la villa por sus frecuentes
contactos con los de Medina Sidonia y Paterna:
En Paterna, la epidemia de fiebre amarilla de 1800 causó la muerte de solo
10 personas; sin embargo en el brote de 1804 fallecieron 118 personas, es decir
ocasionó la mortalidad del 10.35% de la población de Paterna de 1.140 habitantes[2].
[1] Periódico de la Sociedad
Médico-Quirúrgica de Cádiz, Volume 3. Imprenta de la Casa de Misericordia, 1822
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