domingo, 20 de septiembre de 2020

PATERNA DE RIVERA Y LAS EPIDEMIAS DE PESTE DEL SIGLO XVII (1)

El Triunfo de la Muerte, Pieter Brueghel el Viejo. 1562-63

 1.     EL RETORNO DE LAS EPIDEMIAS

 Desde tiempos remotos la humanidad ha sufrido el azote de devastadoras epidemias que ocasionaron grandes mortandades y diezmaron la población de muchos países.

 Gran variedad de virus y bacterias fueron responsables a lo largo de los siglos de graves y letales enfermedades que golpeaban recurrentemente a la humanidad. Enfermedades infecciosas como tuberculosis, lepra, fiebre amarilla, cólera, rabia, tifus, sífilis, difteria, poliomielitis, paludismo, brucelosis…  causaron en el pasado frecuentes epidemias. Los movimientos migratorios y los intercambios comerciales propagaron estas enfermedades contagiosas de unos países a otros, originando importantes pandemias. Las más letales hasta ahora ha sido, por este orden[i]

  1. Viruela, que con unos 300 millones de fallecimientos, fue erradicada hace 40 años gracias  la vacuna. 
  1. Sarampión, infección muy contagiosa que provocó 200 millones de muertos. Su vacuna se introdujo en 1963. 
  1. Gripe pandémica de 1918, mal llamada “gripe española”, que tuvo su origen en EE.UU, mató entre 50 y 100 millones de personas. 
  1. La peste negra o peste bubónica, fue responsable de la muerte de más de un tercio de la población europea en el siglo XIV, unos 25 millones de personas. 
  1. Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), que desde que surgió en 1981 ha ocasionado más de 32 millones de fallecimientos. 

A pesar de las mejoras en la higiene y el saneamiento y los avances  médicos y científicos del último siglo (vacunas, antibióticos, antirretrovirales, etc.) han surgido importantes  epidemias en algunos países con un alto riesgo de expandirse rápidamente al resto del mundo, destacando las zoonosis, infecciones transmitidas por animales a los humanos. 

En las dos décadas que llevamos del siglo XXI se han producido brotes epidémicos causados por virus hasta ahora desconocidos como el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS-CoV) en 2002 en China; la gripe A (H1N1) en México en 2009; el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), en Arabia Saudí en 2012; el ébola entre 2014-2016, en África; y el zika,  en 2016. Son las llamadas enfermedades emergentes[ii]. La globalización de la economía mundial, los movimientos migratorios, el crecimiento demográfico, el aumento de la movilidad de las personas, el incremento del turismo, etc. han sido factores determinantes en la expansión estas enfermedades de nueva aparición. 

Actualmente estamos sufriendo la pandemia más grave desde la Gripe de 1918, el COVID-19, conocida coloquialmente como coronavirus, que originada por un virus desconocido ha ocasionado una extraordinaria crisis sanitaria y económica de consecuencias imposibles aún de evaluar. Fue declarada pandemia mundial por la OMS en 11 de Marzo de 2020 y hasta la fecha se han notificado oficialmente más 30 millones de casos en todo el mundo con cerca de 1 millón de muertos; en España se han se confirmado  600.000 infectados y 30.495 fallecimientos[iii]

Virus SARS-CoV-2
La enfermedad Covid-19 está causada por el SARS-CoV-2, un nuevo tipo de coronavirus detectado por primera vez en diciembre de 2019 en un mercado mayorista de marisco, pescado y animales vivos en la ciudad de Wuhan (provincia de Hubei, China). Los coronavirus son una familia de virus (Coronaviridae) que afectan normalmente solo a los animales y pueden transmitirse a las personas[iv].

 Para frenar la expansión de esta enfermedad altamente contagiosa y con una elevada tasa de letalidad en infectados con factores de riesgo (ancianos y personas con patologías previas), y para la que no existe un tratamiento específico ni medidas de prevención efectivas, se ha recurrido a métodos clásicos propios de siglos pasados como el aislamiento colectivo o confinamiento, la cuarentena, el cordón sanitario, cierre de ciudades, fumigaciones, control de viajeros, instalación de hospitales de campaña, hoteles medicalizados, establecimiento de morgues, cremación de fallecidos, etc. Unas medidas profilácticas que, aunque parezcan anacrónicas, han demostrado su efectividad al haber disminuido los contagios tras el primer brote. 

Sin embargo la relajación en las medidas de seguridad (distanciamiento social, uso de mascarillas), el aumento de la movilidad y de los contactos sociales, los comportamientos incívicos,  y la falta de previsión y planificación  de las autoridades sanitarias, han llevado a España a sufrir una segunda oleada de la pandemia de coronavirus. Así en Paterna, que al principio de la pandemia solo se registraron dos casos,  a fecha de 19 de Septiembre se contabilizan 48 contagiados confirmados por PCR[v]

2.     LAS EPIDEMIAS EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVII. LA PESTE NEGRA

Durante el siglo XVII las enfermedades infecciosas eran responsables del 80% de las muertes en España. Existían una serie de infecciones que se daban habitualmente entre la población española y que producían periódicamente episodios epidémicos aislados. Algunas de estas enfermedades endémicas usuales de este siglo eran la viruela, el sarampión, las fiebres tercianas (paludismo), las fiebres cuartanas (malaria), el tabardillo (tifus exantemático), la tisis (tuberculosis), las enfermedades diarreicas (disentería, fiebres tifoideas), el garrotín (difteria) o la tos ferina[vi].

Sin embargo el contagio más temido de la población española era la peste, que desde su entrada en la Península en el siglo XIV produjo numerosos brotes con grandes mortandades. En España en los siglos XVI y XVII se dio el nombre de peste  o pestilencia  a  todo un elenco de enfermedades de naturaleza contagiosa que provocaban una alta mortalidad entre la población, es decir, con el significado de epidemia o plaga.

En el siglo XVII  España contaba con unos 8.500.000 de habitantes aproximadamente. Se calcula que las diferentes epidemias de peste mermaron la población española en más de 1.250.000 personas[vii].

2.1. La peste: aspectos médicos

La Peste Bubónica, Peste Negra o Muerte Negra, originaria de Asia, donde era endémica,  irrumpió Europa en el siglo XIV a través de las caravanas comerciales de la ruta de la seda. En España hizo acto de presencia en 1348, penetrando en Cataluña desde Mallorca o el sur de Francia, y extendiéndose rápidamente al resto de la península. Desde entonces y hasta el siglo XVIII los rebrotes epidémicos periódicos serían una constante en todas las ciudades y pueblos de España provocando una gran mortandad.

La peste es una enfermedad zoonótica de  pequeños mamíferos, principalmente roedores y sobre todo ratas, que se puede transmitir a los humanos. Su agente causal es una bacteria, la Pasteurella pestis o Yersinia Pestis, identificada en 1894 en Hong-Kong por Alexandre Yersin y Shibasaburo Kitasato. La transmisión entre los animales es por medio de la pulga Xenopsilla cheopis.  El ser humano se puede contagiar por la picadura de pulgas infectadas, por contacto directo con líquidos, tejidos infectados, objetos contaminados (fómites) o por las gotitas que se expulsan al hablar, toser o estornudar.


Xenopsilla cheopis
           

Bacilo Yersinia pesti

                       Tras la picadura de la pulga y un periodo de incubación es de 2 a 5 días, aparecen de forma brusca síntomas inespecíficos como fiebre elevada, escalofríos, nauseas, sed, malestar general, postración, mialgias y cefaleas. Tras este inicio, la enfermedad se puede presentar bajo tres formas[viii]:

-Peste bubónica.  Producida por la picadura de pulgas infectadas fue la más frecuente y responsable de las epidemias en Europa en los siglos XIV al XVIII. Se caracterizaba por la inflamación dolorosa de ganglios linfáticos, llamados bubones, landres o secas, generalmente en  axilas, ingles y cuello, que podían alcanzar el tamaño de un huevo y que en las formas avanzadas se abrían y supuraban.  En el lugar de la picadura, se formaba  rápidamente una placa gangrenosa de color negruzco, a la que los médicos denominaban  carbunco, carbunclo o carbúnculo. 

 -Peste neumónica o pulmonar. Trasmitida por las gotitas respiratorias y expectoraciones de los infectados, es la forma más letal y contagiosa. Se presenta como una neumonía severa con fiebre alta, asfixia, tos y esputos sanguinolentos. Era muy común en las zonas frías y húmedas por lo que afectó sobre todo a los países del norte de Europa. 

-Peste septicémica. Es la menos frecuente y se da cuando la bacteria, desde los ganglios linfáticos o pulmones, invade y se multiplica en el torrente sanguíneo. Puede ser secundaria a la peste bubónica o ser primaria, sin adenopatía previa detectable. El infectado solía morir a los dos días del contagio.

2.2. Antiguas teorías sobre el origen: la ira de Dios, influencias astrológica y telúricas. [ix]

Desde la Edad Media las enfermedades contagiosas en general y la peste en particular, eran atribuidas por la gran mayoría de la población a causas sobrenaturales como manifestación de la ira de Dios por los pecados de los hombres.

Víctimas de la Peste Negra de la Biblia de Toggenburgo

Los médicos, siguiendo la doctrina hipocrática  imperante en el seiscientos, imputaban los contagios a causas naturales. Concebían las enfermedades infecciosas como producto de los cambios en la atmósfera, en el clima, siendo la corrupción del aire responsable de los contagios[x]. El aire estaba polucionado por miasmas, emanaciones nocivas que contenían elementos venenosos originados por materia orgánica en descomposición y por el agua estancada. Estos miasmas  producían la enfermedad por alteración de los humores corporales y se introducían en el cuerpo humano a través de la respiración o por contacto con la piel.

La corrupción del aire podía ser consecuencia de factores astrológicos, por una mala disposición de los astros en el cielo, eclipses o aparición de cometas; o bien efecto de procesos telúricos o geológicos por emanaciones de gases y efluvios tóxicos de erupciones volcánicas o terremotos, por los fétidos olores desprendidos de las aguas estancadas, de los muladares o de los cadáveres en descomposición.

Dada la mentalidad de la época y la firme convicción cristiana de que nada escapaba a la voluntad de Dios y que por encima de las leyes naturales del Universo estaba Dios, ningún médico cuestionaba el origen divino como causa primera de la peste.

Al igual que ante cualquier tipo de catástrofe o desgracia natural (hambre, sequía, terremotos…), cuando una ciudad se veía amenazada por una epidemia se recurría a implorar la intervención de Dios mediante la celebración  de todo tipo de actos religiosos: procesiones, rogativas, plegarias, misas,  vigilias, etc. Así mismo era habitual recurrir a la virgen y a los santos protectores contra las epidemias, como San Sebastián y San Roque, para implorar su salvaguarda y consuelo.

San Sebastián mártir.
Fernan Alvarez. Regimiento contra la peste, 1516-20

En una de las epidemias de peste que nos azotaron en los siglos XVI y XVII está el origen de la devoción a San Sebastián en Paterna de Rivera erigiéndoles  los vecinos una ermita donde hoy se encuentra el cementerio parroquial y nombrándolo posteriormente patrón del pueblo.

2.3. Los tratamientos, la prevención y la asistencia de la peste

Entre los tratamientos[xi] para la peste que  empleaban los médicos en el siglo XVII  sobresalían la sangría mediante sanguijuelas o flebotomía (la sangre era el humor alterado en la peste),  la apertura quirúrgica del bubón o su cauterización, ventosas, purgantes, ungüentos,  emplastos, vomitivos o la administración de una serie de drogas a base de plantas, especias, piedras preciosas como triaca, bolo armenio, salvia, tierra sigillata, mitridato… A estos tratamientos se incorporaban indicaciones higiénicas, dietéticas,  prohibiéndose ciertos alimentos y recomendándose otros, y el aislamiento del paciente.

Sajando un bubón. Capilla de San Sebastián,
Lanslevillard, Francia. Anónimo francés del siglo XV

La primera medida preventiva que solían  adoptar los cabildos municipales ante cualquier  sospecha o rumor de epidemia en territorios con contagio era el aislamiento de la ciudad  cerrándola a las comunicaciones. Se prohibía la entrada de personas procedentes de poblaciones infectadas y a sospechosos de padecer la enfermedad mediante el establecimiento e puestos de vigilancia y guardas para controlar y bloquear las entradas o salidas de personas y  realizando rondas por el término. Así mismo se prohibía el comercio de mercancías con poblaciones  donde hubiera aparecido un brote

Cuando la peste hacia acto de presencia  se declaraba por los médicos el aislamiento de los infectados en sus propias casas o en lazaretos  para evitar el contagio a la población sana. 

Como medidas higiénicas  para purificar el aire corrupto que provocaba los contagios se recomendaba quemar maderas olorosas como fresno, roble, pino, romero, fumigaciones a base de plantas aromáticas, rociar paredes con vinagre, agua y vino, perfumar las ropas, riego y limpieza de las calles… Otras de las medidas adoptadas era la quema de ropas, ajuares y  enseres del apestado, enterramiento rápido de los cadáveres con tierra y  cal, purificación y encalado de suelos, paredes y techos. 

La asistencia sanitaria de los enfermos durante el siglo XVII estaba a cargo de los médicos o físicos y los cirujanos latinos que con una formación teórica adquirida en la Universidad, gozaban de gran prestigio social y solían ejercer en poblaciones grandes o al servicio de grandes señores. Luego había un grupo de profesionales sanitarios sin formación académica, que actuaban de una forma más práctica, como los cirujanos romancistas, (obtenía su licencia acreditando cinco años de experiencia) algebristas (fracturas y dislocaciones), barberos-sangradores, boticarios, parteras, hernistas (cura de hernias), litotomistas (mal de piedra, extracción de cálculos), etc. Además había todo una serie de personajes que llevaban a cabo actividades curadoras basadas en supuestos poderes sobrenaturales como curanderos, sanadores, astrólogos, hechiceras,   desaojaderas, ensalmadores, etc.[xii] 

Dada la escasez de médicos y cirujanos titulados durante el siglo XVII, éstos solían prestar sus servicios profesionales a las élites sociales (nobles, cargos eclesiásticos, burgueses) y a los concejos de las grandes ciudades, que ofrecían mejores condiciones eeconómicas y un mayor prestigio social. En los núcleos rurales pequeños que no se podían permitir contratar un médico, el único profesional sanitario que asistía a los vecinos era el barbero-sangrador. 

Barbero sangrador. Xilografía siglo XVI.



[i]
CAMPILLO, S.: Las 10 pandemias más letales en la historia de la humanidad. Hipertextual. Octubre-2014. https://hipertextual.com/2014/10/pandemias

[ii][ii] MARBÁN-CASTRO E, MATTAR S, GONZÁLEZ TM. Las zoonosis reemergentes bajo el enfoque de “Una salud”. Rev MVZ Córdoba. 2019; 24(3):7280-7284. DOI: https://doi.org/10.21897/rmvz.1777

[iv] Información científico-técnica: Enfermedad por coronavirus, COVID-19. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Ministerio de Sanidad.  Actualización, 28 de Agosto 2020

[v] Informe COVID-19 en Andalucía. Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Consultado el 19 de Septiembre de 2020.

[vi] LAIN ENTRALGO, P: Historia de la Medicina. Págs. 357-358

[vii] DOMÍNGEZ ORTIZ, A.: La sociedad española en el siglo XVII, T. I. "Monografías Histórico-Sociales". Vol. VII. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1964: 375 págs.,  Pág. 81.

[viii] CABALLERO PONCE, J.F.: El año de la plaga: Mecanismos de defensa ante la peste de 1648 en la ciudad de Murcia. Tesis Doctoral Universidad de Murcia. 2018. Págs. 108-113.

[ix] MARTÍNEZ CAMPOS, L.: La Muerte Negra. Sociedad Española de Infectología Pediátrica. Infectología en la historia.  2008. Disponible en https://www.seipweb.es/wp-content/uploads/2019/01/La_Peste_Leticia_Martinez.pdf

[x] JARQUE ROS, E.: La peste bubónica y Ceuta: historiografía general de la peste. Concejalía de Cultura, Servicio de Publicaciones. Ceuta. 1989. Págs. 9-20

CABALLERO PONCE, J.F.: El año de la plaga: Mecanismos de defensa ante la peste de 1648 en la ciudad de Murcia. Tesis Doctoral Universidad de Murcia. 2018. Págs. 126-137

[xi] ARQUIOLA, PESET, LAPARRA Y MACEBO;Los medicos y la peste de Valencia de 1647-1648”  In: Sociedad Española de Historia de la Medicina. V Congreso Nacional: Homenaje al profesor Pedro Laín Entralgo, Sociedad Española de Historia de la Medicina, Madrid, 1977. Págs. 217-241.

[xii] GRANJEL, L.S.: La medicina española del siglo XVII. Front Cover. Ediciones Universidad de Salamanca, Jan 1, 1978

No hay comentarios:

Publicar un comentario