lunes, 28 de agosto de 2017

VELADA FLAMENCA DEDICADA A "EL PERRO DE PATERNA"


El próximo vienes día 1 de septiembre, a las 22:00 horas, tendrá lugar en la Plaza de la Constitución de esta localidad una VELADA FLAMENCA dedicada a Antonio Pérez Jiménez "El Perro de Paterna", en el vigésimo aniversario de su muerte. Esta velada lleva el sobrenombre de "20 años sin Antonio", y en ella participarán los siguientes artistas:
 
Al Cante:
 
Antonio Peréz "El Cachorro"
Manuel Domínguez "Castulo"
Juanito Berrocal
 
Al Baile:
Carmencita
Paula Jiménez
 
A la Guitarra:
 
Miguel Chamizo
José de Pura
 
Manuel Domínguez "Castulo", nos presentará en su actuación su último trabajo discográfico, titulado "El Corazón por la Boca", trabajo éste que se ajusta a las premisas propias de un recital flamenco.

martes, 22 de agosto de 2017

MUERE CATALINA SILVA CRUZ, HERMANA DE "LA LIBERTARIA"

Tras los sucesos de Casas Viejas, vivió en Paterna, con su madre y sus hermanas, desde 1934 hasta agosto de 1936, en que huyó a Francia tras el asesinato de María "La Libertaria".
 
Montauban (Francia). Catalina Silva Cruz, la última superviviente de la matanza de Casas Viejas, ha fallecido a los 100 años
 
TLN | JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ MOLINA | 11-8-2017
 
Ayer, once de agosto, falleció en su casa de Montaban Catalina Silva Cruz. Tenía 100 años y poco más de ocho meses. Con ella desaparece el último testimonio vivo de la matanza de Casas Viejas. Afortunadamente nos ha dejado su relato en una entrevista de varias horas cuyo “bruto” iba a merecer incluso el tratamiento de Bien de Interés Cultural en aquella, nunca nacida, a pesar de las reiteradas promesas, declaración del año 2009.
 
Catalina Silva ha sido una luchadora siempre. Antes de enero de 1933, en el grupo anarquista femenino Amor y Armonía al que perteneció junto a su hermana María y su amiga Manolita Lago. Durante los Sucesos, por atreverse a llegar hasta la choza mientras estaba asediada. Después, en 1936, tras el golpe de Estado, ayudando a huir a vecinos de Paterna y escapando ella misma tras el asesinato de su hermana. Valor y lucha que mantuvo en la huída continua hasta la frontera francesa y aún en el país vecino acosada por la ocupación nazi y la desconfianza de las autoridades galas en los millares de anarcosindicalistas refugiados en el sur del país.
 
Incluso en los peores momentos, según decía, nunca olvidó aquella noche invernal de enero de 1933 cuando, el sol de la esperanza revolucionaria fue sustituido por las llamas de la represión más despiadada. Noche tras noche recordaba lo vivido aunque no fuera hasta entrado el presente siglo cuando salió del anonimato en el que voluntariamente se había mantenido. Fue durante la preparación del libro que escribí sobre Miguel Pérez Cordón, el compañero de María Silva. Tuve la inmensa fortuna no sólo de conseguir su testimonio sino de abrir un tiempo de amistad y cariño con ella, su hija Estrella y sus hijos Augusto y Universo.
 
Catalina, como otros Silva, no ha tenido suerte con el país donde le tocó nacer y a cuya nacionalidad nunca renunció a pesar de vivir en Francia casi ochenta años. Toda una vida. No ha tenido suerte porque siempre ha estado en el grupo de los perdedores, de los que perdieron en 1933, en 1936-1939, en el exilio y tras la muerte del dictador cuando entró a formar parte de los olvidados y de los que no le gustó lo que vio cuando regresó, en breves viajes, a su tierra y localidad natal. Pero a ella, como a tantos otros, eso seguro que no le importaba. Sabía que mientras que esta sociedad esté como está organizada, su lugar sería ese. Nunca dejaría de ser un recordatorio para los poderosos, sean quienes sean, de que lo peor que les puede pasar a ellos es que existan personas conscientes y luchadoras, como ella, a las que cuanto más lejos se les tenga mejor.
 
Sin embargo, y no voy a ser muy original, la historia tiene sus ironías. Hoy por la tarde, cuando los restos de Catalina sean depositados en la tumba familiar del cementerio de Montauban, apenas unas decenas de metros los separaran de los del responsable político último de los asesinatos de Casas Viejas: el entonces presidente del gobierno de la república española, Manuel Azaña. Aquel que sacrificó el interés colectivo del país por el particular de quien ocupaba el poder.
 
Catalina, como otras decenas de miles de españoles, se va sin conocer dónde están los restos de su hermana María que fue asesinada, dentro de unos días hará 81 años. En silencio, sin hacer ruido como vivió. El tiempo ha pasado por ella, a pesar de sus 100 años, demasiado rápido para los ritmos de una sociedad y una administración, a todos sus niveles, como los actuales del Reino de España.
 
Catalina que la tierra te sea leve. Siempre vivirás en nuestros corazones.


FUENTE: Todos (...) los nombres


BIOGRAFÍA DE CATALINA SILVA CRUZ

José Luis Gutiérrez Molina
 
Catalina Silva Cruz nació el día de Reyes de 1917 en Casas Viejas, entonces término municipal de Medina Sidonia. Hoy vive en la localidad de Montauban, capital del departamento de Tarn et Garonne (Francia). Es la segunda de los ocho hijos que tuvieron Juan Silva González y María Cruz Jiménez, hija de Francisco Cruz Gutiérrez “Seisdedos”. De niña, como sus hermanos, vivió en la zona de Algámitas, en la finca “Zapatero” hasta el traslado de la familia a Casas Viejas. La mayor era María (1915) y a Catalina le siguieron Carmen (1919), Francisco (1921), Juan (1923), Manuel (1925), Antonia (1927) y José (1929).

Hermana de María Silva Cruz, “La Libertaria” compartió con ella vida y vicisitudes hasta el verano de 1936. Acudió a mítines, frecuentó el sindicato, perteneció al grupo anarquista femenino “Amor y Armonía” creado en 1932 y estuvo presente en el incidente que enfrentó a su hermana María con el guardia civil García.

El 11 de enero de 1933 se unió, con el mismo entusiasmo e ilusión que otros muchos, a la proclamación del comunismo libertario. Todavía hoy piensa que si los demás pueblos no se hubieran callado tobo hubiera sido distinto. Participó en el aprovisionamiento de agua y comida a quienes se instalaron en las trincheras a la entrada del pueblo. Después, cuando la fuerza entró en el pueblo se fue a su casa con su madre y su padre. Desde ella, muy cercana a la de “Seisdedos”, oyeron su asedio y cómo los guardias gritaban a los encerrados: “¡Asesinos, asesinos!”, ¡os vamos a matar a todos!, ¡salid, salid, cobardes, comunistas!”. Los encerrados no contestaban, tenían la puerta abierta y la luz apagada.

Hacia la una de la madrugada, para tranquilizar a su madre, que no hacía más que llorar, se dirigió a la choza y logró entrar. Entonces, le dijeron que se fuera. Al salir la descubrieron los guardias que le dispararon, sin alcanzarla. Después fue cuando la incendiaron. Su hermana María llegó temblando, con el pelo quemado y una rozadura de bala en una pierna. Se quedaron en la casa hasta que se derrumbó la choza. Entonces salieron y se marcharon a la de su abuela paterna. Allí estaban unos vecinos, su tía Sebastiana y sus hijos, los padres de Manuela Lago y cinco o seis niños.

Fue al amanecer cuando llegaron los guardias buscando a los hombres. A su padre se lo llevaron a pesar de que su madre insistió en que llevaba varios días en la cama con un catarro pulmonar. Está segura de que no es verdad lo que, a veces, se ha dicho que lo dejaron libre y, después, lo volvieran a coger. No pasó mucho tiempo hasta que oyeron los disparos. Entonces, Catalina y Mariana Lago se encaminaron hacia la choza y vieron en el suelo a un montón de cuerpos. Algunos se movían y quejaban. Regresaron a su casa y, pasado un tiempo, volvieron al corral de la choza. Ya no estaban. Después todos se marcharon hacia la Torre de Benalup en donde se escondieron. Hechos que desde entonces han vivido siempre con ella y sobre los que no ha dejado de pensar ni una sola noche.

El día 13 Catalina y Mariana, fueron a Casas Viejas en busca de alimentos. Eran muchos los refugiados en la torre y tenían hambre. Todavía hoy recuerda como la mujer de la tienda de comestibles les llenó el cesto, sin cobrarles nada, y les dijo que se fueran rápido porque había rumores de que iban a bombardear el pueblo. También en una panadería les entregaron unas barras. Al día siguiente volvieron todos y, al poco de llegar, la Guardia Civil detuvo a su hermana María. Junto a su tía Sebastiana la acompañó hasta la administración de Correos en donde esperaron al coche que iba a Medina. Ambas presenciaron como empujaron a María bajo la lluvia mientras el guardia García le decía: “¡Tú te vas para allá!, ¡no tienes derecho a estar aquí dentro! ¡Mójate!”.

Catalina, sus hermanos y su madre permanecieron en Casas Viejas hasta que las autoridades le instaron a que los más pequeños fueran a una colonia escolar en Cádiz. Como su situación era angustiosa los dejaron ir. Sólo se quedaron con su madre ella y su hermana Carmen. Fue entonces cuando una delegación de la CNT les dijo que era lamentable que fueran los culpables de los asesinatos quienes se hicieran cargo de los huérfanos. Les proporcionaron casa en Cádiz, unos maestros para los niños y una pensión mensual. Una situación que poco a poco fue empeorando. La ayuda económica se hizo más irregular y de menor cuantía hasta el punto que la subsistencia no podía solucionarse ni con el sueldo del trabajo que consiguió en una peluquería donde le pagaban poco y comía de las sobras. Su tía enfermó y su madre, deshecha, tuvo un aborto.

Fue Miguel Pérez Cordón, quien ya había comenzado la relación con su hermana María, el que les recomendó que se marcharan a Paterna en donde podría ayudarles mejor y los más pequeños comenzarían a aprender un oficio. Así hicieron en 1934. Se instalaron primero en una habitación grande, una especie de granero. Después encontraron una casa de la calle Alcalá. Su situación mejoró cuando comenzaron a recibir la pensión de 250 pesetas acordada por el Congreso de los Diputados a las familias de los asesinados en el corral. Los hermanos pequeños entraron en una zapatería y el mayor comenzó a trabajar con un vecino que era albañil. Ellas y su madre cosían y cortaban ropa de hombre.

Hasta el verano de 1936 Catalina vivió en Paterna en donde se “echó” un novio: Diego Díaz Ríos, más conocido en el pueblo como “Diego Planes” por su capacidad de pensar cosas. Lo conoció en la zapatería en la que también trabajaron sus dos hermanos menores Juan y Manuel. Como otros muchos vecinos, desde el 18 de julio, Catalina acudía a la calle Real a escuchar las noticias que los aparatos de radio transmitían. La noche del 23, cuando los golpistas ocuparon la población, se encerró en su casa. Ante su puerta, eran vecinos, asesinaron a uno de los más destacados cenetistas de Paterna, Miguel Barroso.

Hasta su marcha a zona gubernamental Catalina estuvo en Paterna y realizó un corto viaje a “Zapatero”, la finca donde había vivido en los años veinte. Allí habían buscado refugio sus hermanos Francisco, Juan y Manuel y un primo suyo. Cuando regresaron al pueblo, de día permanecían escondidos en el campo y de noche volvían a su casa. Además, procuró ayudar a huir a quienes se habían escondido. Como a Diego, el hijo del alcalde Ramón Dávila. Se había escondido en la fábrica de luz y allí, Catalina, en un canasto, debajo de unas botellas, le llevó la pistola y el dinero que la madre le entregó para su hijo.

Cuando secuestraron a su hermana María supo que la iban a matar. De noche oía el ruido de los motores de los camiones al pasar y pensaba que, en uno de ellos, iba su hermana. Estaba sentenciada desde la matanza de 1933. Fue entonces cuando decidió irse de Paterna. Como habían hecho ya, y estuvieron haciendo durante semanas, miles de vecinos de las localidades que iban cayendo en poder de los sublevados. Marchó sola, en el camino se unió a ella Isabel Gómez y otros tres vecinos del pueblo, en una penosa marcha nocturna por campos y montes hasta alcanzar La Sauceda de Cortes, donde se había establecido una débil línea de frente.

Un día de agosto salió a escondidas del pueblo y se dirigió hacia la sierra. En la marcha fue encontrado a otros vecinos y conocidos. Tres días tardó en alcanzar La Sauceda. Se escondía de día y marchaba de noche. Al llegar su grupo se encontraron a un hombre con un correaje que les dijo que esperaran, que vendrían a recogerlos. Como no se fiaban retrocedieron unos kilómetros hasta que, rehecho el camino otra vez, cruzaron por fin las líneas. En La Sauceda permaneció unos días hasta que, al saberlo, su cuñado, Pérez Cordón, fue a recogerla y se la llevó a Ronda. Allí permaneció hasta poco antes de su ocupación. Salió junto a miles de personas. Marchó andando a un pueblo en el que vivía un segador que conocían de cuando iba a Paterna a trabajar en la cosecha. Después, en un coche con un carabinero, llegó a Málaga.

En la capital malagueña se encontró con Ordoñez, un cenetista que había trabajado con Cordón en el periódico de Ronda, que la buscaba y le proporcionó alojamiento. A medida que pasaban los días y el cerco de Málaga se cerraba aumentó la idea de que era mejor seguir poniendo tierra de por medio. Un grupo de centistas gaditanos entre los que estaban Manuel Delgado de Alcalá de los Gazules y María Luisa Cobos de Jerez, la convencieron de que cogiera un barco hasta Cartagena. Durante unos días estuvo viviendo en una pensión que frecuentaban gaditanos refugiados o que trabajaban en el Arsenal. Después se fue al cercano pueblo de Los Dolores en donde se instaló en una casa requisada junto a Florentina Cabezas Malias, la esposa del comandante de Infantería de Marina Andrés Pérez del Río, apresado tras la caída de Málaga en la serranía granadina de Dílar, trasladado a Sevilla, juzgado en consejo de guerra, condenado a muerte y asesinado en la plaza de Cortes de la Frontera (Málaga) de donde había sido alcalde como militante de Izquierda Republicana.

Durante unos meses trabajó en un molino en el que también lo hicieron otros paterneros. Como Manuel Delgado, Francisca Ortega, José Vega, Domingo Payés y Miguel Barroso. A veces iba a Cartagena y veía a su cuñado Pérez Cordón que era redactor del diario local Cartagena Nueva. En 1937, de nuevo, la presión de los bombardeos y de las derrotas impulsó a un grupo, entre los que se encontraba Catalina, a marchar a Barcelona.

En la ciudad condal se encontró a Agustín Buján Vilas, un anarcosindicalista gallego, de Santa Eugenia de Ribeira (Lugo) que había conocido en 1933 cuando fue a Cádiz a entregar una ayuda a los huérfanos de Casas Viejas. Había logrado escapar al golpe y, tras pasar por Madrid, se instaló en Barcelona. Comenzó a vivir con una familia de Cádiz y a trabajar en una fábrica en San Andrés. Fue allí donde conoció a Carmen Zaragoza, quien había sido compañera de Francisco Ascaso. Ambas se acomodaron en un piso de la calle Diputación donde Catalina vivió hasta que tuvo un accidente cuando se cayó de un tranvía. Fue entonces cuando se unió a Buján con quien compartiría su vida hasta la muerte de éste el 29 de junio de 1994.

Herida y bajo la presión cada vez mayor de los bombardeos sobre la ciudad condal, terminó por marchar a Gerona. Consiguió trabajo en el hospital militar de Figueras. Allí, tras la caída de Barcelona, llegó su compañero para recogerla y marchar a la frontera con Francia. En el camino, Buján cambió su nombre por el de “José Insúa” que fue con el que entró en Francia y bajo el que sería conocido hasta su muerte. Al llegar a territorio francés fueron separados y Catalina enviada de la Junquera a Le Perthus. De allí, en tren a Montpellier y L’Ain para terminar, junto a otras mujeres, en el castillo de Belley en el departamento alpino de l’Ain.

Cuando la amenaza alemana se percibió cercana, fueron desalojadas del castillo, que iba a convertirse en cuartel, y embarcadas en un tren que se dirigió a la frontera española. Antes de llegar, y tras un motín, las autoridades les dieron la posibilidad de regresar a España o entrar en un campo de concentración. La gran mayoría optó por quedarse en el campo. Así llegó Catalina al de Argeles Sur Mer. Mientras, su compañero trabajaba en una mina por el norte de Francia. Logró escapar, fue a Argeles ayudó a huir a Catalina y juntos marcharon primero a Persignan y, después, a Montauban en donde Agustín tenía un amigo que podía ayudarles. Era febrero de 1940 y llevaban consigo a José, el pequeño que había nacido unos meses antes.

En un inmueble sin agua, ni luz, ni sanitarios, se instalaron hasta que, con la ayuda de otros refugiados, Buján logró emplearse en una fábrica de electricidad. Aunque las dificultades no desaparecieron. Sufrieron la presión de las autoridades sobre los refugiados españoles, las dificultades para obtener la documentación que legalizara su situación y, tras la ocupación, el temor a ser deportados a España o a Alemania. Gracias a la ayuda de Lucía Sánchez Saornil, la poeta cenetista, que trabajaba en una oficina de ayuda a los exiliados norteamericana, pudo conseguir finalmente los permisos aunque su casa fue registrada por soldados alemanes que buscaban a judíos y procuraban salir a la calle lo menos posible. Aún así Agustín Buján fue enviado a una Compañía de Trabajo en Burdeos.

Catalina se permaneció en Montauban con José y Agustín, su segundo hijo. El primero murió de meningitis en julio de 1943. Nuevamente sufrió los rigores de la guerra. Como otros muchos vecinos, cuando los aliados comenzaron a bombardear Toulouse, se marchó al campo. Allí estuvo hasta la retirada alemana. Después se reencontraron, nacieron Estrella, en 1949, y Universo en 1953. Se convirtieron en una de las miles de familias de exiliados que nunca regresarían a España hasta después de la muerte del Dictador. Cuando lo hizo tenía ganas y miedo. En la mente, siempre, la madrugada del 12 de enero de 1933. Hoy sigue viviendo en Montauban.

FUENTE: Todos (...) los nombres

sábado, 5 de agosto de 2017

EXPOSICIÓN EL PERRO DE PATERNA

Exitosa muestra sobre El Perro de Paterna en su tierra
 
La exposición se inauguró con una conferencia sobre el artista a cargo de Fernando Gallo
 
El comisario de la muestra y biógrafo de El Perro de Paterna, Fernando Gallo.
 
 T. García     
                                                                                        
Tras su paso por el Museo Etnográfico y Etnológico de Paterna y por el IES en el que tuvo lugar el Concurso Internacional de Cante por Peteneras, la exposición Antonio El Perro. De Paterna a la historia del flamenco está a la disposición de diferentes espacios y lugares que lo demanden como centros educativos, peñas flamencas, actos y congresos del mundo del jondo. Un ofrecimiento nada desdeñable ya que viene con el aval de un gran éxito en su exhibición pública desde el pasado 25 de julio cuando se encuadró en la programación paralela de la semana cultural del reputado Concurso de Cante por Peteneras y con la conmemoración del XX aniversario del fallecimiento del inolvidable cantaor paternero.
 
Además, esta muestra estuvo acompañada y apoyada por la conferencia sobre el cantaor a cargo del biógrafo de El Perro de Paterna y comisario de la exposición, Fernando Gallo Colón. El ponente hizo un recorrido por la trayectoria artística de El Perro de Paterna apoyándose en los contenidos de la muestra que consta de 20 paneles -haciendo un paralelismo con los 20 años de la muerte del artista- que pretenden que el espectador llegue a un acercamiento a la dimensión artística de El Perro de Paterna de un modo muy visual. Se incluye abundante información a través de fotos, discos, carteles, recortes de prensa... Además, esta propuesta da la posibilidad de acceder de un modo interactivo a algunas interpretaciones de los palos mas señeros de este cantaor.
 
También destaca en esta muestra la notable presencia de Diario de Cádiz, que este año cumple 150 años, a lo largo de los paneles que conforman la exposición, dando testimonio de la especial atención que este medio provincial dedicó siempre a este hijo predilecto de Paterna.
 
 


FINAL XLII CONSURSO DE CANTE POR PETENERAS

FUENTE: WEB AYUNTAMIENTO PATERNA DE RIVERA

LA FINAL DEL XLII CONCURSO INTERNACIONAL DE CANTE POR PETENERAS PUSO EL BROCHE A LA PRESENTE EDICIÓN    


                                                Foto Didier. Actuación de Argentina.


                                              Foto Didier. Actuación de Rufino de Paterna

El pasado sábado tuvo lugar en Paterna de Rivera la final del XLII Concurso Internacional de Cante por Peteneras. La misma se desarrolló en el patio del IES Paterna, bellamente engalanado para la ocasión y ante más de dos mil personas que disfrutaron respetuosamente de un gran espectáculo. A la entrada del mismo pudo verse la exposición Antonio “El Perro”, de Paterna a la historia del flamenco, realizada con motivo del XX aniversario del fallecimiento del cantaor El Perro de Paterna.

La cita anual que Paterna dedica a su cante por peteneras, comenzó con una evocación del cartel anunciador de esta edición en la que hizo su aparición en el escenario la mujer paternera que figura en dicho cartel, como si diera vida al mismo acompañada del toque de Didier Macho y la percusión de Garú.

A continuación hizo su aparición en el escenario la joven paternera Paula Jiménez Caravaca para bailar una guajira interpretada por El Cachorro de Paterna que estuvo acompañada por Miguel Chamizo al toque y Carmen Noble a las palmas.

Llegó el turno a la fase de concurso propiamente dicha con la participación de Ruiseñor de Paterna, Carlos de Bornos, Manuel Cordero y Caracolillo de Paterna, los cuales interpretaron el cante por peteneras preceptivo y los dos cantes libres elegidos para la ocasión.

Seguidamente se desarrolló la gala final que cumplió sobradamente con las expectativas creadas por el atractivo cartel de la noche.

En primer lugar actuó Rufino de Paterna quien, arropado por un soberbio grupo integrado por Rafi Aguirre, María José Aguirre, Carmen Noble a las palmas y coros; Garú a la percusión; José Antonio Aibar a la flauta y al acordeón y las guitarras de Didier Macho y Miguel Chamizo. Todos ellos hicieron las delicias del público con una cuidada y bonita selección de temas que componen su último disco sacado al mercado.

Tras esta aplaudida actuación, se subió a las tablas el maestro Paco Cepero, quien, acompañado por Bolita, ofreció momentos emocionantes como los producidos al hacer sonar con su guitarra los acordes de su mítica “Agua Marina”.

La siguiente artista en subirse al espectacular escenario fue Argentina. La cantaora onubense, que se hizo acompañar por las sonantas de Bolita y de Eugenio Iglesias así como de unos excelentes palmeros como son los Mellis, ofreció un recital en el que exhibió su prodigiosa voz y su oficio como cantaora de prestigio. Destacar el detalle de incluir en su repertorio un cante por peteneras, repitiendo lo que en pasadas ediciones hicieran en la veterana cita paternera artistas como Manuel Lombo o Miguel Poveda.

Alonso Núñez “Rancapino” albergaba desde hacía tiempo el deseo de formar parte de la larga lista de figuras del flamenco que han formado parte de los carteles del concurso-festival de Paterna. El sábado le llegó el turno y, para su satisfacción y la del público asistente, apareció el genio que porta el duende. El maestro chiclanero ofreció pinceladas de su arte encandilando a una afición entregada cuando se acordó de los aires de Cádiz o en la tanda final de fandangos que dedicó a “todas las mujeres”.

Y de este modo llegamos al broche final, tarea que recayó en Rancapino Hijo. El joven cantaor de Chiclana ofreció una actuación en la que demostró que, a pesar de su juventud, se encuentra en un momento dulce de su carrera y también por qué es el artista más demandado en los muchos festivales programados en nuestra provincia en el presente verano. Cantando con mucho gusto, desgranó sus credenciales cantaoras acompañado a la guitarra por Paco Cepero, a quien definió como su ídolo tanto en la faceta de guitarrista como en la de compositor.

Una vez finalizada la parte estrictamente artística, se procedió al emotivo homenaje que la organización tributó al presentador Pepe Marín que en esta ocasión se despedía de esa tarea que ha venido desempeñando a lo largo de casi todas las ediciones del concurso. Serafín Galán, en nombre de la primera comisión organizadora del festival le dedicó unas sentidas y emotivas palabras en las que resumió su destacada aportación al engrandecimiento de este evento flamenco. El alcalde de la localidad, Alfonso Caravaca, hizo entrega de una placa en la que constaba el agradecimiento del Ayto. de Paterna al veterano presentador.

El epílogo de la noche llegó con la entrega de premios que arrojó el siguiente resultado.

El premio de cante por peteneras “Perro de Paterna” fue declarado desierto al no alcanzar ninguno de los participantes el porcentaje mínimo de puntuación recogido en las bases del concurso.

El premio de cante libre “Niño de la Cava”, fue conseguido por Manuel Cordero de las Cabezas de San Juan quien recogió el mismo de manos de Rufino de Paterna.

El premio de cante libre “Rufino de Paterna” fue declarado igualmente desierto.

En definitiva una edición que ha resultado un rotundo éxito en lo que se refiere a la masiva afluencia de público y a la calidad del espectáculo ofrecido por todos los artistas que formaron parte de la misma.
 
Autor: Fernando Gallo Colón
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                 Foto Didier. Actuación de Rancapino acompañado a la guitarra por Paco Cepero


     Foto Didier. Actuación de Rancapino Hijo acompañado a la guitarra por Paco Cepero.

martes, 1 de agosto de 2017

LA PETENERA SIN DUEÑO

NOTICIA DIARIO DE CÁDIZ

El principal premio de la XLII edición del Concurso Internacional se queda desierto


Ni el Ruiseñor de Paterna, ni Carlos de Bornos, ni Manuel Cordero ni Caracolillo de Paterna. La XLII edición del Concurso Internacional de Cante por Peteneras no tiene dueño. Así, al menos, lo decidió el jurado de la gran final de esta cita -la noche del sábado en Paterna de Rivera- que dejó desierto el premio de cante por peteneras Perro de Paterna al no alcanzar ninguno de los participantes el porcentaje mínimo de puntuación recogido en las bases del concurso.
 
No fue el único premio de este emblemático certamen que se quedó sin beneficiario, así el premio de cante libre Rufino de Paterna, fue declarado igualmente desierto, y sólo Manuel Cordero, cantaor de Las Cabezas de San Juan, salió con un galardón entre sus manos, el premio de cante libre Niño de la Cava, que le entregó el propio Rufino de Paterna.

   Argentina, los Rancapino, padre e hijo, y Paco Cepero, entre los  artistas invitados

Sin embargo, a pesar de que la petenera se quedó sin dueño, la gala final del concurso resultó a juicio de los organizadores un rotundo éxito en lo que se refiere a la masiva afluencia de público y a la calidad del espectáculo ofrecido por todos los artistas invitados como Argentina, Paco Cepero y los Rancapino, padre e hijo.
 
De esta forma, la final del XLII Concurso Internacional de Cante por Peteneras, que se celebró en el patio del IES Paterna, contó con un público formado por más de dos mil personas. Un público que primero disfrutó con la evocación del cartel anunciador de esta edición para lo que hizo su aparición en el escenario la mujer paternera que figura en dicho cartel, como si diera vida al mismo acompañada del toque de Didier Macho y la percusión de Garú.
 
A continuación, la joven paternera Paula Jiménez Caravaca bailó una guajira interpretada por El Cachorro de Paterna que estuvo acompañada por Miguel Chamizo al toque y Carmen Noble a las palmas.
 
Seguidamente se procedió al desarrollo del Concurso propiamente dicho con las actuaciones de los finales.
 
Tras este acto central, y mientras el jurado deliberaba, tuvo lugar la gala con la actuación de Rufino de Paterna que estuvo arropado por Rafi Aguirre, María José Aguirre y Carmen Noble, a las palmas y coros; Garú, a la percusión; José Antonio Aibar, a la flauta y al acordeón y las guitarras de Didier Macho y Miguel Chamizo. Todos ellos hicieron las delicias del público con una cuidada y bonita selección de temas que componen el último disco del cantaor.
 
Tras esta aplaudida actuación, se subió a las tablas el maestro Paco Cepero, quien, acompañado por Bolita, ofreció momentos emocionantes como los producidos al hacer sonar con su guitarra los acordes de su mítica Agua Marina.
 
Otra presencia de altura, Argentina, tomó el testigo del guitarrista jerezano. La cantaora onubense, que se hizo acompañar por las sonantas de Bolita y de Eugenio Iglesias así como de unos excelentes palmeros como son los Mellis, ofreció un recital en el que exhibió su prodigiosa voz y su oficio como cantaora de prestigio. Destacar el detalle de incluir en su repertorio un cante por peteneras, repitiendo lo que en pasadas ediciones hicieran en la veterana cita paternera artistas como Manuel Lombo o Miguel Poveda.
 
Alonso Núñez Rancapino albergaba desde hacía tiempo el deseo de formar parte de la larga lista de figuras del flamenco que han formado parte de los carteles del concurso-festival de Paterna. El sábado le llegó el turno y, para su satisfacción y la del público asistente, apareció el genio que porta el duende.
 
La gala fue coronada por su hijo acompañado por Paco Cepero. Alonso demostró el momento dulce en el que se encuentra su carrera, siendo el artista más demandado en los festivales flamencos de la provincia este año.
 
El homenaje al presentador Pepe Marín y la entrega de premios cerraron, definitivamente, una bonita noche.