jueves, 31 de octubre de 2013

miércoles, 30 de octubre de 2013

Prisioneros franceses de la Batalla de Bailen en Paterna de Rivera

Las desventuras  del teniente suizo  Gaspard Schumacher en Andalucía

Artículo publicado en Revista El Alcaucil Nº 47. Paterna de Rivera. 2007 
 
 
La Guerra de la Independencia 

El 27 de Octubre de 1807 se firmaba, entre España y Francia  el Tratado de Fontainebleau  por el que ambas naciones se unían para atacar y apoderarse de Portugal. Como consecuencia de dicho pacto el ejército de Napoleón penetra en España con el pretexto de marchar sobre Lisboa, pero pronto las tropas francesas comenzaron a ocupar toda la Península.  La entrada del ejército francés en Madrid inquietó al pueblo y el 2 de Marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez, en el que los amotinados se alzan contra el invasor, produciéndose el 18 de Marzo la abdicación del rey Carlos IV en su hijo Fernando VII.  

Napoleón, que nunca había reconocido la autoridad de Fernando VII, decidió aprovecharse de la crisis dinástica española para sustituir a los Borbones por los Bonaparte, proclamando a su hermano José  rey de España.  

La mayor parte del pueblo español rechazará la nueva monarquía por considerarla ilegítima dando como resultado un alzamiento general que empezó el 2 de mayo en Madrid y pronto se extenderá a todos los rincones de España. Era el inicio de la Guerra de la Independencia, que duraría hasta 1814 y que acabaría con el Antiguo Régimen en España. 

 Tras un rápido avance del ejército francés sin apenas resistencia, al llegar a Andalucía recibirá un gran revés. La unión de los ejércitos de Sevilla y Granada bajo el mando del general Castaños le llevará a una importante victoria española el 19 de Julio de 1808 en la llamada Batalla de Bailen, la primera derrota en la larga carrera de triunfos del ejercito imperial napoleónico que le valieron el dominio de Europa central.
 

La Batalla de Bailen 

            El 14 de mayo de 1808 el general Murat, encarga a Dupont, General Jefe del Segundo Cuerpo de Observación de la Gironda, dirigirse al sur de España con la misión de liberar la escuadra del Almirante Rossilly, que se encontraba bloqueada en Cádiz, dominar el estrecho y hostigar a la amenaza de Gibraltar, ocupada por los británicos.  Pierre-Antoine Dupont de L´Etang era el  General de División de más prestigio del imperio francés con un dilatado currículum de victorias en las campañas  napoleónicas en Europa. Dupont cruza Despeñaperros el 31 de Mayo,  el día 2 de Junio llega a Andújar y el día 7 derrotará en la llamada Batalla de Alcolea a un ejército de 15.000 voluntarios de Granada y Málaga al mando del teniente coronel Pedro Agustín de Echávarri, que intentaba proteger la entrada a Córdoba. Durante varios días la capital cordobesa será sanguinaria y brutalmente saqueada por las tropas francesas que cometieron toda clase de tropelías, violando, robando y asesinando. 

            Ante el internamiento de Dupont en Andalucía la Junta Provincial de Sevilla organiza el llamado Ejército de Andalucía al mando del general Francisco Javier Castaños que establece sus tropas en Carmona y Utrera mientras el suizo Teodoro Reding organizaba otro ejército en Granada. En Córdoba, Dupont  recibe la noticia de la rendición de la escuadra francesa el día 14 y se hace eco de la formación de un gran ejército español por Castaños, por lo que pide refuerzos y decide retirarse a Andujar, ante el temor de quedar bloqueado Despeñaperros. En Andujar estaria un mes esperando las divisiones de Vedel y Gobert, librando mientras algunas de batallas y escaramuzas. El 18 de Julio decide ponerse en marcha hacia Bailen para intentar enlazar con fuerzas francesas que venían en su ayuda y ya muy próximas a su posición. Castaños iba tras sus pasos y Reding había tomado el camino opuesto de Dupont. Ambos ejércitos, español y francés, se encontrarían en las afueras de Bailén el día 19 de Julio de 1808 a las 3 de la mañana. El general Dupont se ve sorprendido entre dos fuegos, y tras 10 horas de combates no le quedó más remedio que rendirse, pactando las llamadas Capitulaciones de Andújar que serían firmadas el día 22. 

            La Batalla de Bailen tuvo grandes consecuencias para los planes de Napoleón en España; su hermano el rey José I de Bonaparte tuvo que abandonar Madrid y las tropas francesas retrocedieron de sus posiciones en toda la península. Por Europa corre como la pólvora la noticia de la vulnerabilidad del ejército francés lo que supondrá una inyección psicológica para los países ocupados. El propio Napoleón, para tratar de resolver el terrible fracaso y consolidar su dominio en España, se puso al mando de sus ejércitos y, con  250.000 soldados, entrará en España en Noviembre de 1808
 

Soldados del 4º Rgto. Suizo de la Brigada de Chabert de la 1ª División en la Batalla de Bailen.
 
Los prisioneros franceses de la Batalla de Bailen 

            El resultado de la batalla de Bailén fue de 243 muertos y 735 heridos por la parte española y 2.200 muertos, 400 heridos y unos 18.000 prisioneros por la parte francesa. 

            En las capitulaciones de Andújar se disponía que todas las tropas francesas de Andalucía apresadas pasarían a Sanlúcar y Rota, por los tránsitos que se les señalasen, para ser embarcadas con tripulación española y conducidas al puerto de Rochefort, en Francia. Durante la travesía tropas de línea españolas garantizarían la seguridad de los prisioneros franceses. Se establecía también que los generales dispondrían de un coche y un carro para el transporte de sus efectos, mientras que los jefes y oficiales de Estado Mayor dispondrían de un solo carro 

          La evacuación de Andalucía se produciría el día 23 de Julio y para no sufrir el tórrido calor la tropas marcharían durante la noche y evitarían pasar por Córdoba y Jaén, pues los franceses temían se linchados por la población civil en represalia por crímenes que cometieron aquellos en la capital cordobesa. 

          Comenzaba un periplo de penalidades para los prisioneros franceses, pues a las míseras condiciones a que estuvieron sometidos y la crueldad de sus captores, se unía la hostilidad contra ellos del populacho de las villas y ciudades por donde pasaban.  

          Sin embargo resultaba que la totalidad de los barcos aliados disponibles en la bahía de Cádiz no eran suficientes para trasportar los 18.000 prisioneros franceses a su país, por lo que el Capitán General de Cádiz Tomás de Morla decide no respetar las capitulaciones firmadas por Castaños. Sí fueron repatriados los generales y jefes de Estado Mayor franceses, con Dupont a la cabeza, desde El Puerto de Santa María, donde embarcaron para Francia tras ser saqueados sus equipajes. Pero los oficiales y tropas francesas fueron recluidos en 16 pontones, viejos navíos con la función de prisiones flotantes, fondeados frente a  la ciudad de Cádiz durante 9 meses, hasta que en abril de 1809 fueron trasladados a Mallorca, pero ante el temor de la población de albergar 9.000 prisioneros sin contar con las instalaciones y seguridad adecuadas, serán conducidos a la isla de Cabrera. 

          En Cabrera, un islote de 16 Km2. desierto, sin infraestructuras -solo un fuerte derruido-,  ni agua, ni guardianes que velaran por el orden, los prisioneros franceses serían abandonados a su suerte. Al principio recibirán agua y víveres cada 4 días, pero con el paso de los meses, las autoridades españolas se fueron olvidando de los  prisioneros. Los suministros y el agua apenas llegaban, sin ropa y expuestos a las inclemencias del tiempo, las enfermedades, el hambre y la sed fueron haciendo estragos en la isla, de manera que, tras 5 años de horrores y miserias, cuando se firma la paz en 1804 y son liberados, solo sobreviven 3.600 hombres. 

          Tras la batalla de Bailen, el 24 de Julio de 1808  los 18.000 prisioneros capturados, 8.242 de Vedel y 9.323 de Dupont, comienzan una interminable marcha siguiendo diferentes itinerarios por el interior de Andalucía con destino a decenas de pueblos de las provincias de Cádiz y Málaga, donde serían alojados antes de ser embarcados  a Francia. 

          Paterna de Rivera será uno de esos pueblos por los que transitaría un batallón de estos desdichados soldados franceses con destino a Alcalá de los Gazules y Jimena. Conocemos el paso de estos prisioneros por Paterna gracias a las memorias que dejó para la posterioridad Gaspard Schumacher,   capitán de la guardia real suiza que participó en la batalla de Bailén como teniente del 4º regimiento suizo adscrito a la 1ª  División al mando del general Barbou. El teniente suizo y su batallón estuvieron unas horas en Paterna, pero el trato recibido será el motivo de dedicar unas  breves líneas de sus memorias para narrar el desagradable encuentro con los paterneros acaecido el día 15 de Agosto de 1808.   

          Antes de entrar en detalles y dado el interés que creemos tiene el documento para este desconocido periodo de la historia de nuestro pueblo (no se conserva ninguna documentación de esos años en el archivo municipal entre otros motivos porque los franceses lo quemaron), haremos un breve relato de biografía militar de Gaspard Schumacher ante de participar en la Guerra de la Independencia de España. Así mismo proseguiremos con el viaje del protagonista y su tropa tras abandonar Paterna para dar a conocer los acontecimientos que vivió y como terminó su azarosa aventura como presidiario.
 

Gaspard  Schumacher, artillero de la Legión Helvética  

          Gaspard Schumacher nació el 2 de septiembre de 1776 en Suiza, en el cantón de Lucerna. Antes de la Revolución Francesa Suiza era un país dominado por los señores del Antiguo Régimen, con numerosos gobiernos locales y cantones. En marzo de 1798 tropas francesas, respaldadas por revolucionarios suizos, ocupan el país, dotándose de una Constitución y creándose un estado centralizado, la República Helvética.  



Gaspard  Schumacher

        
 
El joven Schumacher, con 22 años, toma la determinación de entrar al servicio de la naciente República Helvética y el 26 de  Octubre de 1798 parte para Berna donde se alista en la compañía de artillería de la Legión Helvética. Como tenía algunos conocimientos en artillería, fue designado cañonero. Bajo la esfera de la Francia napoleónica, Suiza se transforma en escenario bélico  en el que pugnan las potencias Europeas. Así, Schumacher, desde el 4 de Junio de 1799, en que entra por primera vez en combate en Zurich, pasará 4 años combatiendo en la legión, primero contra austriacos y rusos y posteriormente contra los insurgentes de la República. 

 

          El 25 de Marzo de 1803 el cuerpo de las tropas helvéticas fue disuelto y sus tropas puestas al servicio de Francia. Gaspard Schumacher decide entonces coger un permiso y retirarse a su casa. La Comisión Militar del cantón de Lucerna lo designa inmediatamente instructor del cuerpo de artillería de Lucerna con el rango de teniente primero, puesto en el que permaneció hasta el 27 de Abril de 1807.
 

Al servicio de Napoleón en la Guerra con España 

          En 1806 cuatro regimientos suizos de 4.000 hombres cada uno fueron movilizados al servicio del emperador Napoleón. El 28 de Abril de 1807 Gaspard Schumacher fue nombrado teniente primero del 4º regimiento suizo. El 4 de junio sale de su casa con dirección a Besançon, donde se le confían 84 reclutas. El 21 de junio se dirigirá hacia Rennes, en Bretagne, ciudad en la que se encontraba la base de su regimiento y llegará el 22 de julio. Su regimiento estaba comandado por el coronel Berrier, siendo destinado al 3º batallón, donde realizará la instrucción y formación militar necesaria. El 20 de octubre parte de Rennes el 3º batallón compuesto por mil hombres tras recibir la orden de ir a Bayona para reunirse, el 18 de noviembre, con el Segundo Cuerpo de Observación de la Gironde, bajo el mando del general Dupont. 

          El cuerpo de la armada francesa contaba con más de 30.000 hombres divididos en 3 divisiones, en cada división se integró un batallón suizo: el 3º batallón del 4º regimiento en la 1ª división del general Barbou;  el 1º batallón del 3º regimiento en la 2ª división del general Vedel y el del 2º regimiento en la 3ª división del general Frere .  

          La 1º división partió de Bayona hacia España el día 22 de noviembre, llegando a Irún al día siguiente. El itinerario en España  seguido por Schumacher fue el que se describe: Villareal, Tolosa, paso de los Pirineos, Vitoria, Burgos, Valladolid, Medina del Campo y Madrid.  En Madrid vivirá los acontecimientos del Levantamiento del 2 de Mayo del pueblo contra la ocupación francesa. 

          El 6 de Mayo Schumacher abandona Madrid con su destacamento y se dirige hacia Toledo, donde el 10 de mayo se reúne con la 1ª división, para, dos semanas después, el día 24,  partir hacia Cádiz. El 1 de junio llega a La Carolina, el 2 a Bailén y el 3 a Andújar.          

          El  7 de junio de 1808 Schumacher participa en la Batalla del Puente de Alcolea, entrando en Córdoba después de 3 horas de duros enfrentamientos siendo saqueada la ciudad por los franceses y cometiendo numerosos abusos contra la población.    Dupont ordena la retirada de las tropas francesas de Córdoba hacia Andujar donde permanecerá acampada la 1ª división del 19 de junio al 18 de julio.  

          El 18 de julio de 1808 a las 10 de la noche parte el regimiento suizo con la 1º división hacia las montañas de Bailen formando el grueso de la vanguardia y ataca a las fuerzas españolas hacia las 3 de la madrugada.  Tras varios episodios de combates y una cruenta batalla de más de 10 horas, bajo unas condiciones climáticas extremas, Dupont, viéndose rodeado y perdido, negociará las condiciones de la  rendición el día 19.  Durante el combate se dio la circunstancia de que se enfrentaron suizos contra suizos, así  el batallón de Shumacher ( el 3º del 4º regimiento) y los regimientos hispano-suizos Reding nº 2 y Preux nº 6 , los tres pertenecientes a  la 1º división de Barbou, se encontraron frente a frente a frente en el campo de batalla con un regimiento suizo al servicio del ejército español, pero ante los gritos de éstos de que no se debían hacer fuego contra ellos, fueron retirados y conducidos a otra posición. Suiza, un país tradicionalmente neutral, ofrecía los servicios mercenarios de su  ejército, de gran prestigio en toda Europa, al país que los solicitase, tanto en tiempos de guerra como de paz, dándose la paradoja que  narra Schumacher en la Batalla de Bailen.
 

El itinerario de Shumacher de Bailen a Jimena.  

          Tras firmar Dupont el día 22 de julio las Capitulaciones de Andujar todo su ejército cae prisionero. El teniente suizo y su regimiento, iniciarán el día 23 de julio junto a la 1ª división de Barbou un viaje por el interior de Andalucía con destino, en principio, a Sanlucar o Rota, desde donde serían embarcados a Francia. 

          Tras desfilar ante las tropas españolas, la 1º división abandona el campo de batalla con dirección a Villanueva. Una de las cláusulas de las capitulaciones permitía a los prisioneros llevar consigo sus bagajes y los caballos necesarios para su transporte. A una legua del campo de batalla son obligados a arrojar sus armas, pudiendo conservar los oficiales sus espadas. Los prisioneros iban escoltados por viejos soldados españoles, circunstancia que alivia a Schumacher, pues aquellos impedirían que los campesinos “groseros, fanáticos y excitados contra los franceses”, les maltratasen. El teniente suizo teme que la ira de sus captores se cebase contra ellos, pues era sabedor de que las tropelías y abusos cometidos por la soldadesca francesa en Córdoba en junio, habían exacerbado la animosidad y odio de la población contra ellos, y sobre todo de las partidas de guerrilleros formadas por campesinos. El ejército francés sufrió numerosas bajas a causa de la guerra de guerrillas, una modalidad de combate nacida precisamente en la Guerra de la Independencia de España, en la que grupos de civiles, aprovechando el conocimiento del terreno, hostigaban al enemigo por medio de ataques rápidos y sorpresivos. Ahora el temor de los prisioneros franceses era mayor, pues en su largo recorrido hacia Cádiz, las partidas de guerrilleros les acecharían en los caminos para sorprenderlos, y no durarían en masacrarlos. 



    
Journal et souvenirs de Gaspard Schumacher. 1911
     
Al llegar a Villanueva del Río, hoy Villanueva de la Reina, la 1ª división será fraccionada en numerosos destacamentos, escoltados cada uno por tropas de línea españolas. Los prisioneros solían acampar en las afueras de los pueblos, en los campos o en los olivares, ante el temor de ser linchados por la población. A los reos franceses se les permitían la entrada libre en ciudades y pueblos para comprar las provisiones necesarias para su sustento, pero tendrían que ser muy prudentes, sobre todo en lugares apartados y en los caseríos de los “campesinos medio salvajes”. El teniente suizo refiere como a menudo soldados franceses temerarios fueron linchados por campesinos instigados por los curas. 

 

            Después de una jornada pasada en Villanueva el destacamento de Shumacher se dirige hacia Castro del Río, donde, el día 27 de Julio, dos soldados franceses que quedaron rezagados en busca de agua, fueron asesinados por dos campesinos españoles.
 

“Otros tres soldados vieron a los asesinos y se lanzaron sobre ellos para detenerlos. Pero estos se refugiaron en la iglesia de un monasterio próximo y pidieron a los monjes ayuda. Los soldados no sabían que en una iglesia española, nadie puede ser detenido por un laico. Ellos querían sin embargo mantener a los asesinos. Inmediatamente, y por orden de los monjes, los tres fueron masacrados, llevado a cabo por el pueblo, porque ellos habían hecho acto de violencia en una iglesia y habían así atentado a la majestad de las cosas santas y a los derechos de los monjes. Tres militares españoles que querían entrar en la iglesia y querían saber de nuestra gente fueron muy maltratados. Tales actos inhumanos son muy a menudos venidos a nuestros ojos.” 

          El día 1 de agosto los prisioneros de la 1º División llegaban a Utrera, el día 2 a las Cabezas de San Juan, donde acamparía la 1ª división. A algunos días de marcha les seguían desde Bailén la 2ª y 3ª división. En las Cabezas permanecerían hasta que fueron divididos en destacamentos y se les señaló a cada uno un acantonamiento. Una gran parte de los prisioneros fueron llevados inmediatamente al puerto de Cádiz, siendo recluidos en los viejos pontones fondeados en su bahía. Por el contrario el Batallón de Shumacher recibe la orden de dirigirse hacia Alcalá de los Gazules. 

            A los tres oficiales que formaban parte del batallón suizo, entre ellos nuestro narrador,  se les encargó, junto con 25 suboficiales y soldados, servir de guardias al convoy. Se les proporcionaba también un suboficial español con doce hombres, que además de protegerlos, por cuyo cometido se les pagaban, debían servir de guardianes de los presos, cosa que ya venían haciendo desde Bailen. 

El maltrato de los prisioneros en Paterna 

            El día 15 de Agosto el batallón suizo marchaba desde Arcos de la Frontera hacia Alcalá de los Gazules por el camino que pasaba por Paterna. Dado el mal estado de esta vía de comunicación el  tren de equipaje, es decir los coches y caballos que acompañan al convoy con los efectos de los prisioneros, siguió otro camino más al Este, suponemos que pasando por las cercanías de la actual San José del Valle. En Paterna se tenían noticias de la venida de la columna de prisioneros y estaban preparados para “recibirlos”. Así relata el teniente suizo su amarga experiencia en nuestro pueblo:           

“Hacia mediodía,  a nuestro paso por el pueblo de Paterna, una muchedumbre de campesinos armados, que nos esperaban, se arrojaron sobre nuestros coches que fueron saqueados completamente. Un funcionario de esta localidad tenía grandes dificultades para retener a estos canallas. Pero varios monjes que, según la costumbre española, paseaban con bonitas mujeres al brazo, se reían y provocaban  a la canalla al saqueo.
 
Numerosos soldados de nuestra guardia, que intentaban resistirse a los campesinos, fueron maltratados y algunos mismos heridos. De nuestra gente cuatro fueron masacrados. Los otros, con un oficial, huyeron con la guardia española, hacia Alcalá. 

   Yo y uno de nuestros oficiales nos fuimos al principio de este suceso hacia los monjes que estaban allí para que ellos trataran de retener a los campesinos. Pero ellos no nos escuchaban y las bonitas mujeres que les acompañaban se burlaban de nosotros. Entonces el oficial, juzga oportuno decir en latín: “¡Padre!. ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen.!”. Aquello irrita a los monjes. Al mismo tiempo una banda de campesinos nos ataca. Nos creímos muertos. Sin embargo el funcionario del lugar, que intentaba salvarnos, grita  a esta banda que había que conducirnos a prisión. Fuimos por tanto encerrados en prisión. Pero, una hora después, se nos hizo salir y conducir hacia Medina Sidonia, escoltados y custodiados por ocho campesinos armados. Algunos de estos fueron bastante groseros con nosotros. Pero otros eran mejores y, en fin, cuando conversamos un poco con ellos, todos nos tuvieron luego bastante consideración. 

   Pasamos la noche  de este mismo día en un mesón. Pero los campesinos que nos habían  asaltado, nos habían saqueado nuestro dinero, nuestros relojes y hasta nuestra ropa, no teníamos otra subsistencia que la que algunos de estos campesinos no daban voluntariamente.”  

            Los temores de estos presos franceses a ser linchados por los campesinos en los pueblos por donde pasaban se hicieron realidad en Paterna. Y es que desde la invasión napoleónica la animadversión y el odio hacia el francés fue en aumento a medida el populacho recibía noticias de los excesos cometidos por aquel en la poblaciones conquistadas. Llama la atención la actitud incitadora y beligerante de los “monjes” de Paterna (suponemos que se refiere a curas) hacia los prisioneros franceses. Todo el relato del teniente suizo está plagado de referencias y anécdotas acaecidas con miembros de la Iglesia, en las que precisamente éstos no destacan por sus virtudes cristianas, sino todo lo contrario, dando una visión bastante negativa del clero y su interesada y falsa devoción cristiana. 

            Tras pasar la noche en el mesón o posada de Paterna (estaba ubicada en la actual c/ Real), los regidores paterneros envían a los cautivos a Medina. Este hecho levanta las suspicacias del batallón suizo, pues su destino era Alcalá de los Gazules, ¿con que intenciones las autoridades de Paterna los trasladan a Medina?, se preguntaba nuestro protagonista. 

             Al llegar a Medina el día 16 de Agosto, son conducidos ante el regidor de la villa, quien por cierto hablaba francés, lo que les permite denunciar ante él el saqueo de sus bienes personales y el trato abominable que les habían proporcionado los paterneros. El regidor asidonense recibe a los presos amablemente, los escucha y se compadece por el ultraje y violencia sufridos, alojándolos posteriormente en la prisión local, aunque ahora con mayor consideración y respeto. Shumacher quedará sorprendido con la belleza de Medina:

“Medina Sidonia es una pequeña ciudad sobre una montaña a cuatro leguas de Cádiz. Nunca había visto un paraje tan bello. Se ve desde allí a muchas leguas a la redonda, la orilla del mar, bonitas ciudades y pueblos. La perspectiva es bella sobre todo del lado de Cádiz. Se ve desde allí el mar, la multitud de los navíos, la Isla de León, Puerto Real, Santa María, Sanlucar, etc. Al levante, se ve el Peñón de Gibraltar, una parte del Estrecho y un poco de las costas de África.” 

            El 17, los prisioneros suizos parten de Medina, con una escolta de 3 hombres, hacia Alcalá de los Gazules, donde se reunirán con el resto del batallón. Parte del batallón suizo se quedaría en Alcalá y parte sería trasladada a Jimena:           

“En Alcalá nuestro batallón se tenía que dividir. Las cinco primeras compañías y los oficiales superiores permanecerían en este lugar; las otras cuatro compañías (y yo estaba entre ellas) fueron trasladadas a Jimena. Es toda una pequeña ciudad a dos leguas de Gibraltar. Nuestras cuatro compañías –juntos 280 hombres- 11 de ellos oficiales- partieron el  21 de Agosto de 1808 de Alcalá para Jimena. 

Debo remarcar aquí que los regimientos suizos al servicio de Napoleón tenían entonces 4 oficiales por compañía y que el batallón comprendía 9 compañías.  En 1810, la compañía no contaba más que con tres oficiales y el batallón con 8  compañías. Habíamos perdido entonces numerosos oficiales por la enfermedad o sobre le campo de batalla.”
 

Las penalidades de los presos  en Jimena
 
            El día 21 de Agosto 1808 Schumacher sale con su compañía hacia Jimena de la Frontera, escoltados por un oficial español y 20 suboficiales y soldados, que venían acompañándoles desde Bailén y con quienes el trato era afable. Tras pasar la noche en un bosque, llegan a Jimena al día siguiente, siendo recibidos por numerosos habitantes y campesinos con miradas de odio. Los oficiales son alojados en una gran casa vacía proporcionándoseles un jergón y una manta  Delante de la puerta de la casa se colocó un funcionario para impedir que los presos escapasen así como para defenderlos del populacho. Se les proporcionó además un soldado español para cocinar y comprar sus provisiones. 

            A los tres días las autoridades de Jimena visitan a los oficiales suizos, son registrados minuciosamente y les quitan su dinero, sus carteras, sus relojes, sus espadas, sus papeles… El teniente suizo, cuyos efectos personales habían sido robados en Paterna, se extraña de esta conducta. Para los ejércitos británico y francés un oficial era considerado un hombre de honor, si caía prisionero se le pedía su palabra de que no intentarían escapar hasta llegado al destino, recibiendo a cambio el trato y respeto propio de un oficial. Los españoles, sin embargo, consideraban que la palabra dada a un enemigo no tenía valor, por lo que trataban a los prisioneros con poca consideración. Sin embargo en compensación reciben para su manutención ocho reales diarios. 

            Los suboficiales y soldados prisioneros son alojados en otro edificio. Al cabo de algunas semanas fueron obligados por la fuerza a incorporarse al servicio de España; los que rehusaron serían encerrados en un calabozo a pan y agua hasta que cambiasen de opinión. La misma proposición se les hizo a los oficiales y suboficiales, pero ante la insistente negativa de éstos, aquellos desistieron. 

            Al cabo de dos meses el trato por parte de la población se hizo más benévolo, las autoridades visitaban a los prisioneros de vez en cuando y se les dio permiso para  pasearse bajo la vigilancia de un oficial. En Jimena permanecieron los prisioneros 7 meses y unos días, tiempo que aprovecharon para instruirse algo en nuestro idioma.  

            Por esta época ejército español sufrió numerosas derrotas por los franceses, avanzando rápidamente en sus conquistas. Surgirá entonces una sublevación popular para luchar contra los franceses que se extenderá por toda España. Shumacher relata como en Jimena, se reunieron alrededor de 600 guerrilleros con el fin de combatir a los franceses. Refiere que todos llevaban alrededor del cuerpo  escapularios, rosarios, imágenes de santos…, siendo exaltados por los monjes. Una masa de monjes, cubiertos igualmente sus cuerpos con imágenes y rosarios,  marchaba a caballo a la cabeza de los guerrilleros. 

            Tras permanecer los guerrilleros dos días en Jimena reciben la orden de partir; algunos la cumplen, pero la mayor parte, según el teniente suizo, se niegan obedecer y alejarse sin antes “mancharse la manos de nuestra sangre”. Esto provoca un altercado con los magistrados de la villa. Los monjes, a los que las autoridades fueron a buscar se rieron y no respondieron nada. Por dos veces cerca de 400 individuos, se arrojaron contra la casa donde estaban los presos suizos, pero fueron detenidos por las autoridades. 

            El 28 de Marzo de 1809, a las 9 de la noche, los guerrilleros se lanzan de nuevo sobre la casa. Las autoridades, policías y vecinos que acudieron en ayuda de los presos, fueron maltratados. Tras derribar a puerta con una gran viga penetran al interior de la casa. Los presos, viéndose ya muertos, con cuchillos de mesa  y piedras recogidas en el patio, se refugian en el granero más alto de la casa, donde podrían defenderse  con alguna ventaja y al que se accedía solo por una escalera estrecha y larga. Viendo los guerrilleros que no podrían atacar a los presos sin bajas, deciden incendiar la casa. Para eludir una muerte tan espantosa, los suizos abren un agujero en el tejado con la decisión de lanzarse al vacío cuando incendiaran el edificio. Hacia las 10 de la noche oyen gritos y clamores de todos lados, creyéndose por tanto ya perdidos. En ese preciso instante llega el párroco de Jimena, cuya casa y la iglesia se encontraban contiguas al edificio que intentaban incendiar la muchedumbre.  Viendo el peligro que supondría el fuego, saca rápidamente de su morada un crucifijo y se coloca delante de la casa con dos sirvientes portando unas largas luminarias. El cura interpela a la muchedumbre persuadiéndoles de que no prendiesen la casa, e insinuándoles que al día siguiente se podrían utilizar otros medios para reducir a los presos. 

            Casualmente, en ese momento comienza a caer un fuerte aguacero. La lluvia dispersa al gentío, quedando solo algunos para vigilar la casa. Hacia medianoche la municipalidad y la policía llegan con una fuerza de 20 hombres y anuncian a los prisioneros la feliz noticia de que venían a conducirlos a Gibraltar. Silenciosamente salen de Jimena por un atajo y a la mañana siguiente llegan al peñón donde son embarcados con dirección a La Isla de León. 

Presidio  en el pontón “Vieja Castilla” 

            El 30 de marzo de 1809, Jueves Santo, llegan a La Isla de León, donde son alojados en un hostal, pero su destino final era Cádiz. El día 31, ya en Cádiz, se presentan ante el comisario de guerra quién les informa de su suerte: el pontón “Vieja Castilla”, un antiguo navío de guerra, que ahora servía de cárcel flotante en medio de la bahía, adonde serían conducidos al día siguiente, después de pasar la noche en una casamata del castillo de Puntales.

Mapa Bahía de Cádiz 1812
            En el Vieja Castilla coincidieron 830 oficiales prisioneros, la mayor parte pertenecientes al cuerpo de la armada del general Dupont. En este pontón también se encontraban oficiales de marina, cautivos desde la derrota de Trafalgar. Anclados a un cuarto de legua, en numerosos pontones parecidos al Vieja Castilla, unos 6.000 suboficiales y soldados franceses malvivían en una horrible miseria. Dos días antes de la llegada del batallón de Shumacher, un gran número de prisioneros de guerra, entre los cuales se encontraban muchos oficiales suizos, fueron embarcados hacia la isla de Cabrera. 

            Para su mantenimiento los oficiales recibirían 8 reales diarios, pero los víveres les eran proporcionados tan irregularmente y tan caros que sufrieron grandes privaciones. Aunque la falta de agua potable fue la carencia más cruel, sobre todo tras los días de fuerte calor, causando numerosas enfermedades, de tal forma que en  7 meses 380 presos morirían.  

            Tras pasar largo tiempo en tan lamentables condiciones, llegó a la bahía de Cádiz  una flota inglesa de 36 barcos. Su almirante se interesó por el estado de los presos, consiguiéndoles un mejor trato y un hospital para los enfermos en la Isla de León.  

            En esas fechas el mariscal  duque de Bellune sitiaba Cádiz con el objetivo de tomar la plaza. Los navíos y pontones españoles fueron retirados del puerto y llevados a la bahía, con el fin de interponerlos al bombardeo francés sobre Cádiz. El Vieja Castilla fue anclado cerca de Cádiz, expuesto al fuerte oleaje y las tormentas. Los días 3, 4 y 5 de Marzo de 1810 un gran tempestad se desata en la bahía, tan violenta que en Cádiz no se recordaba nada parecido en muchos años. Treinta y un navíos de todas clases y nacionalidades fueron arrancados de sus amarras y empujados hacia la orilla de Matagorda, no lejos de Trocadero, cayendo algunos en manos de los franceses que tenías apostadas sus baterías allí para bombardear Cádiz. Entre esos barcos se encontraban 5 navíos de guerra españoles, que para evitar cayesen en manos francesas fueron incendiados la noche del día 5, produciendo grandes explosiones al prenderse la pólvora almacenada en las bodegas. 

            Schumacher y sus compañeros pasaron 13 meses y 15 días en el Vieja Castilla, bajo unas condiciones de miseria extrema, sin ropa, ni comida e infestados de insectos. Para matar el tiempo tenían permiso de nadar alrededor del barco. Cada barco estaba vigilado por una guardia española de 24 hombres y por cuatro chalupas cañoneras que por las noches hacían la ronda. 

            El 15 de Mayo de 1810 se les anuncia a los presos que al día siguiente serían embarcados con destino a Inglaterra. Era una buena noticia porque los ingleses les tratarían mejor, pero con ello perdían la esperanza de una pronta deliberación y comenzaría otra larga cautividad.  

            Este mismo día, sobre las 7 de la tarde, se levanta un fuerte viento de levante. Algunos oficiales cautivos conciben un plan desesperado: cortar amarras y dejarse llevar por el mar y el viento hacia la orilla donde se encontraban las baterías francesas. El pontón que debían abandonar no tenía ni mástil, ni velas y además estaba vigilado por las chalupas cañoneras que los cercaban. Sin embargo, a pesar de los peligros y la resistencia que encontrarían, los deseos de libertad de los cautivos les dan el coraje necesario para intentar la empresa. A  una señal convenida, los presos se lanzan sobre los guardias, los reducen y se apoderan de sus armas. Eran las 10 de la noche cuando comienzan a cortar amarras, cada una 28 pulgadas de circunferencia. El barco comienza a moverse y a alejarse suavemente de las chalupas que montaban guardia a su alrededor.  Rápidamente 8 chalupas intentan detener el avance del pontón mediante cables, respondiéndoles los franceses desde el barco con disparos de balas de cañón. Pero inmediatamente doce navíos cañoneros españoles abren un fuego terrible sobre el Vieja Castilla,  causando  la muerte de muchos hombres, abriendo vías de agua e incendiando elbarco.. Ante la desesperada  situación algunos oficiales de marina, buenos nadadores,  se lanzan al mar con la intención de llegar al otro lado de la bahía para prevenir a los franceses de su empresa. Algún tiempo después el pontón está bajo la protección de la artillería francesa, impidiendo que se le acercaran lo cañoneros españoles. El Vieja Castilla apenas estaba a 3/4 de legua de tierra, pero como no tenía ni mástil ni velas solo avanzaba merced a la corriente del  mar, quedando expuesto durante 3 horas al peligro de los navíos españoles. A  la una de la madrugada el barco toca fondo a causa de las vías de aguas abiertas en su casco, a ¼ de legua de puente de Matagorda, pero protegido por las baterías francesas. El mar revuelto impedía nadar a tierra, aunque numerosos prisioneros se atrevieron y perdieron la vida. Por la mañana el viento y el oleaje se calmaron, pero el reflujo les impedía ganar la orilla. Cuando amanecía los españoles comenzaron de nuevo el bombardeo desde el castillo de Puntales. Sobre las 8 de la mañana con la marea baja comienza la salida de los presos del pontón, que estaba a unos 26 pies de profundidad. Los primeros nadadores tocan pie unos 600 pasos del barco. En medio de un bombardeo ininterrumpido, la mayor parte de los prisioneros se lanzan al agua y comienzan a nadar hacia los soldados franceses que se encontraban esperándoles metidos en el mar en la orilla. Perdieron la vida durante la fuga 166 hombres, pero lograron llegar a tierra 742.  

            Por fin el teniente suizo Gaspard Schumacher tras un cautiverio de casi dos años lograba su libertad el 16 de Mayo de 1810. 

            Otros dos pontones intentaron seguir el ejemplo del Vieja Castilla al día siguiente, pero su emplazamiento y la dirección del viento no les fue favorable y cayeron en manos de los españoles. 

            Tras reponerse unos instantes en las baterías francesas, los presos fueron conducidos a Puerto Real  donde serían  alojados. Al día siguiente, 17 de Mayo, se ponen en marcha con dirección a Sevilla, a donde llegarían  en barco por el Guadalquivir desde Sanlúcar. En Sevilla permanecen hasta el día 1 de Junio en que parten hacia Madrid, pasando de nuevo por Córdoba y Bailen, que tantos recuerdos le .traía al teniente.  

        
Familia Shumacher
   
El 21 de Junio llegan a Madrid y al día siguiente los oficiales franceses evadidos del Vieja Castilla son recibidos por el rey José Bonaparte. Tras 8 días en la capital de España reciben la orden de incorporarse a sus cuerpos o bases de sus regimientos. El 28 de Junio el teniente suizo parte para Rennes en Bretagne, donde se encontraba el 4º regimiento suizo, llegando con 286 hombres a Francia el 22 de Julio de 1810, a Saint Jean de Luz, abandonando definitivamente España.



            Pero las aventuras del capitán no terminarían aquí, pues después participaría con el ejército napoleónico en la campaña de Rusia y estuvo sirviendo en el ejército suizo hasta 1830, en que se retiró  como jefe de batallón tras 32 años de servicio, y se trasladó a vivir con su familia a la ciudad francesa de Orleáns, donde escribiría sus memorias y acabaría sus días.
 



BIBLIOGRAFÍA 

Journal et souvenirs de Gaspard Schumacher, Capitaine aux Suisses de la Garde Royale (1798-1830). Traduits e publiqués avec la introducción  par Pierre D´Hugues. Paris. Arthème Fayard, 1911. 

Este “Diario y Recuerdos” es un documento manuscrito conservado por un descendiente del capitán suizo, M.  Felix von Schumacher, .escrito originalmente por el autor en alemán y traducido al francés por Pierre D´Hugues, quién lo publicó en 1911. .  Schumacher no sabía hablar francés. Parece ser, por lo minucioso de los datos y fechas, que el teniente fue escribiendo día a día este diario de su vida militar. El traductor refiere en su introducción que suprimió “los detalles sin valor y las descripciones banales”, “pues no tienen interés para nadie”.  Así mismo manifiesta D´Hugues los numerosos errores en los nombre geográficos extranjeros, sobre todo de pueblos o lugares secundarios. Es el caso de nuestro pueblo, Paterna, que lo denomina Baterna, o el caso Arcos de la Frontera, nombrado como Aracosa. 

 Reder Gadow, Marion: Andalucía: Entre Bailén y Sevilla. Revista de historia militar, Extra. Nº 2. 2005 

Paginas Web:  www.1808-1814.org. Página dedicada a la Guerra de la Independencia Española
 

Plaza de la Constitución 1966

 
Colocación de farola en agosto de 1966
 

Tal día como hoy. 30 de Octubre de 1908

Crimen de preso paternero en Cartagena 
 
ABC. 30 de Octubre de 1908
 

Tal día como hoy. 30 de Octubre de 1884

Paternero detenido por cazar con hurón
 
La Palma de Cádiz. 30 de octubre de 1884
 

Tal día como hoy. 30 de octubre de 1923

Infracción a tabernero de Paterna por no cerrar la madrugada
 
El Noticiero Gaditano. 30 de Octubre de 1923
 
 
 

domingo, 27 de octubre de 2013

Tal día como hoy. 27 de Octubre de 1932

Reunión en Paterna del Colegio Oficial de Secretarios de Ayuntamiento de Cádiz
 
El Noticiero Gaditano. 27-10-1932
 

Tal díacomo hoy. 27 de Octubre de 1921

Niño ahogado en un pozo del Cortijo Los Arquillos
 
El Noticiero Gaditano.27 de Octubre de 1921
El autor de la crónica es LUIS GONZÁLEZ CAMPOS, cronista oficial de Paterna de Rivera.

Tal día como hoy. 27 de Octubre de 1909

Reunión e la sede de la Unión Republicana y Juventud Federalista.
Protesta por redención de quintos.
 
El País. 27 de Octubre de 1909
 

sábado, 26 de octubre de 2013

La ermita y cementerio de San Sebastián de Paterna de Rivera (y II)

Artículo publicado en Revista "El Alcaucil"Nº 31. 2000. Paterna de Rivera


Esta segunda parte la dedicamos al cementerio de San Sebastián que  este año 2000 cumple su segundo centenario. Previamente hacemos un breve recorrido histórico del cementerio desde la época romana hasta el reinado de Carlos III, en que se  prohibirá los enterramientos en las iglesias y ordenará la construcción de los cementerios tal como hoy los conocemos

 

Antecedentes históricos de los cementerios en España


            Etimológicamente “cementerio” significa  “lugar de descanso, de dormición”, del latín COEMETERIUM, que a su vez deriva del griego KOIMETERION, de KOIMAO, “yo descanso, duermo”. En esta acepción etimológica la muerte es considerada como el tránsito a una vida más perfecta que no termina en la tumba. 

            En sentido amplio puede definirse el cementerio como el lugar destinado a dar sepultura a cadáveres humanos. En sentido religioso es el lugar sagrado destinado a enterrar los fieles que mueren dentro de una religión determinada.

            Primitivamente solo se aplicaba la palabra cementerio a los lugares de enterramiento de los cristianos y los judíos, dada las creencias de ambas religiones sobre la resurrección de los cuerpos y  su inmortalidad; aunque anteriormente muchos pueblos tuvieron lugares de enterramiento comunes.

             En la Antigüedad Romana, las necrópolis se situaban a las afueras de la ciudad, estando prohibido enterrar a los muertos “in urbe”. Los primeros cristianos eran enterrados en los cementerios de los judíos o en los sepulcros familiares, según procediesen del judaísmo o del paganismo. En un principio los cementerios cristianos fueron de propiedad particular, pero a partir del siglo III con el aumento de las comunidades cristianas aquellos pasaron a ser propiedad de  éstas.

             En tiempos de las persecuciones de los emperadores romanos  contra los cristianos, a los mártires se les daba sepultura en las afueras de las ciudades según la norma. Posteriormente y en su honor, los cristianos construirán sobre su sepultura una basílica,  en cuyo interior se hará costumbre enterrar a ciertos distinguidos cristianos, extendiéndose más tarde a los fieles en general.  Con el paso del tiempo estas iglesias que estaban en las afueras de la ciudad quedan integradas en el casco urbano, y dado el aumento de la población y al poco espacio en las iglesias se tendrán  que habilitar para enterramientos los terrenos inmediatos y patios de las iglesias. Así durante toda la Edad Media el cementerio será la Iglesia, y en España Las Partidas de Alfonso X el Sabio ordena el enterramiento de los fieles en ella “e non en los lugares yermos e apartados dellas, yaciendo soterrados por los campos, como bestias”, indicándose incluso las dimensiones a dedicar a sepulturas en estos centros de culto; así las iglesias catedrales y conventuales “quarenta passadas a cada aparte” y las iglesias parroquiales “treynta”, especificando “que en la passada aya cinco pies de ome mesurado, e en el pie quinze dedos de traviesso”.

            Durante la Edad Moderna (fines del siglo XV a fines del XVIII) el lugar de enterramiento seguirá siendo la iglesia. Sin embargo durante el siglo XVII comienzan las primeras críticas contra esta práctica, aunque no serán tenidas en cuenta hasta el siglo XVIII, en que el hacinamiento de los cadáveres en las iglesias y los vapores pestilenciales que emanaban las tumbas provocando enfermedades infecciosas, máxime en épocas de epidemias, motiven la proclamación a una serie de leyes prohibiendo los enterramientos en las iglesias y que determinarán, en última instancia, la ubicación de los cementerios en las afueras de las ciudades.

            En España, a causa de una epidemia que se propagó en Pasajes (Guipúzcoa) en 1781 como consecuencia del hedor emanante de los cadáveres enterrados en la iglesia parroquial, el rey Carlos III por una Real Orden de 24 de Marzo de 1781 encargó un estudio de disposiciones que evitasen en el futuro hechos similares.  Fruto de ello el monarca promulgó una Real Cédula de 3 de Abril de 1787 disponiendo que los cementerios se construirán  en sitios ventilados e inmediatos a las Parroquias, y distantes de las casas de los vecinos; y se apovecharán para capillas de los mismos cimenterios las ermitas  que existan fuera de los pueblos, como se ha empezado a practicar en algunos con buen suceso”. Se estableció un orden de preferencias en la construcción de cementerios: primero , en los lugares que fuesen azotados por epidemias; en segundo lugar, en los lugares de mayor población, y por último, para el resto de lugares; por ello en mucho pueblos como el nuestro se siguió sepultando los cadáveres en las iglesias hasta principios del siglo XIX. Los cementerios serán construidos con el menor gasto posible y según un proyecto que formaran el Cura y Corregidor  de los pueblos, siendo las obras costeadas con los caudales de la fábrica de las iglesias, ayudando los caudales públicos con la mitad  o tercera parte del gasto, y con los terrenos si éstos fuesen concejiles o de propios.

             Las capillas laterales eran los lugares destinados  a las sepulturas, las cuales pertenecían  generalmente a hermandades o cofradías e incluso había capillas familiares., aunque también era común ser enterrado en sepultura terriza bajo el suelo de la iglesia. La iglesia organizaba y supervisaba el establecimiento de las sepulturas en el interior de las iglesias, y así se prohíbe (Constituciones Sinodales de 1591) que se dé sepultura en propiedad a ninguna persona sin expresa licencia  de las autoridades eclesiásticas, ni que se coloquen encima de las sepulturas losas grandes e inscripciones que dificultasen la celebración de culto, ordenando que “las losas de las sepulturas sean yguales con el suelo de la yglesia, y no mayores de las mesmas sepulturas, y no se pongan en ellas escudos de armas, letreros, o titulos, sin licencia del provisor o Visistador”. 

Los enterramientos en Paterna y el origen de su Cementerio

            En Paterna al igual que en todos los pueblos de España y Andalucía los enterramientos se hacían en la única iglesia que había, la Iglesia Parroquial Ntra. Sra. de la Inhiesta, en  cuyo interior se llevaban a cabo las sepulturas desde que se construyó a finales del siglo XV o principios del XVI.

             Los Libros de Finados del Archivo Parroquial recoge algunos de los lugares de enterramiento dentro de la iglesia:

§  Capilla de Ntra. Sra. de la Soledad, así:  

“En quatro de octubre del mil seiscientos ochenta i cinco años murió en su casa i se enterró en la capilla de nuestra Sª  de la Soledad de esta iglesia en la sepultura segunda que es la que esta en medio de tres que ai en caja serrada y con oficio entero    ...”
 
§  Capilla de  Ntra. Sra. del Rosario, así: 

“En primero de noviembre de mil seiscientos  ochenta i cinco años murió i se enterró en la tercera sepultura de la capilla de Ntra. Sª. Del Rosario de esta parroquia de esta villa de Paterna de Rivera Dª ...”  

§  Diversos lugares de la iglesia repartidos en padrones 
 
·         En el lado de la epístola: 

“En veinte i siete de henero de mil seiscientos ochenta  i siete se enterró en esta iglesia en sepultura de fabrica que es la primera del primero padrón contando de lado de la epístola i con oficio medio Dª ...”

·         En el lado del evangelio: 

“En 18 de abril de mil seiscientos ochenta  i siete años murióDº. (... ) i enterrose con oficio medio i en sepultura de fabrica que es la primera del primero padrón del lado del evangelio ...”

·         Junto al púlpito: 

“En veinte de febrero de mil seiscientos ochenta i ocho años se enterró en esta iglesia en la sepultura inmediata al púlpito i con oficio medio un párvulo...” 

·         Otros lugares de la iglesia: 

“En veinte dos de julio de mil seiscientos ochenta i siete años murió Manuel Hurtado vecino de esta villa de Paterna i natural de la villa de Porto Alegre en Portugal y esposo de Maria Bermúdez la Chica vecina i natural de esta villa (...) fue sepultado en esta iglesia mayor de Paterna en sepultura de  fabrica que es la que arrima a la pared entre la capilla de la Soledad i capilla del agua bendita  ...”

            Sin embargo, como ya se ha dicho antes el hacinamiento de cadáveres en las iglesias y el riesgo por tanto de epidemias dará lugar la Real Cédula promulgada por Carlos III el 3 de Abril de 1787 por la que se prohibirán los enterramientos en las parroquias. Así en Paterna  en cabildo de 12 de Agosto de 1788 se da lectura de dicha real orden por la cual  se manda restablecer el uso de los cementerios ventilados para sepultar los cadáveres de los fieles”; acordando el Ayuntamiento se cumpla y ejecute. 
Cementerio de Paterna, en el antiguo solar donde se ubicaba la ermita de San Sebastián

            Anteriormente el Obispo de Cádiz había remitido al cura de Paterna dicha orden para que puesto de acuerdo con el Ayuntamiento se procediese al cumplimiento de la misma.  La Real Cédula ordenaba formar un proyecto entre el cura y el corregidor  de los pueblos y que las obras se costeasen con los caudales de la fábrica de las iglesias, ayudando los caudales públicos con la mitad  o tercera parte del gasto, y con los terrenos si éstos fuesen concejiles o de propios.  Se acuerda entre párroco y ayuntamiento enviar un oficio a la diócesis de Cádiz “para que determinase el modo de franquear los fondos que se refiere”

 En cabildo de 12 de Junio de 1789 se ve un oficio del corregidor de Paterna y Alcalá, D. Pablo de la Vega y Mena, en el que inserta otro de 8 de Mayo del mismo año del Fiscal del Real y Supremo Consejo de Castilla, D. José de Fita, en el que se ordena a todos los pueblos  del territorio de la Real Chancillería de Granada le remitiesen “relación bien circunstanciada  de los cementerios construidos  en cada uno, su coste y de donde se a suplido este con los demas que comprende”. Se acuerda responderle  que aún no se había recibido contestación de la diócesis sobre los fondos para costear la construcción del cementerio.             
           Sin embargo, como ya se ha dicho antes el hacinamiento de cadáveres en las iglesias y el riesgo por tanto de epidemias dará lugar la Real Cédula promulgada por Carlos III el 3 de Abril de 1787 por la que se prohibirán los enterramientos en las parroquias. Así en Paterna  en cabildo de 12 de Agosto de 1788 se da lectura de dicha real orden por la cual  se manda restablecer el uso de los cementerios ventilados para sepultar los cadáveres de los fieles”; acordando el Ayuntamiento se cumpla y ejecute


“En virtud, de acuerdo, de la Junta de Sanidad, de esta villa, y a efecto, de evitar, se comunicase, el contagio, en ella; se señalo, por sementerio; o campo santo, para sepultar, los cadaveres, de los que falleciesen, de dicho contagio, en el lazareto, establecido por dicha Junta; el sitio, del medio quarto de tierra, que nombran del Granadillo, situado en la parte del occidente, de esta villa; y distante, de ella, como setecientos pasos; cuyo sitio, bendige, con todas las formalidades, y ceremonias, que previene el ritual Romano, hoy dia de la fecha; Así mismo, bendige, el campo santo de S.S. Sebastián, para sepultar los cadáveres, de los que fallecieren, en esta villa; y para que conste, en lo sucesivo, lo pongo por diligencia, que certifico. Paterna de Rivera, y Octubre, dos, de mil, y, ochocientos.”
                                                                    Dn. Blas Gallardo Velasquez

 

            Pero la iglesia aún seguirá siendo el lugar de sepultura de los paterneros, pues hasta marzo del siguiente año, 1801, no se lleva a cabo la clausura  efectiva de enterramientos en la parroquia: 

“En consequencia de las ordenes de S.M. (q.D.G.) y expuesto por el Licdo. Luis Pizarro y Vilchez comisionado para el cumplimiento de ellas sobre la mala situación en que estaba la Iglesia Parroquial de esta villa para el enterramiento de cadaveres y prohibision  absoluta de que pudiere aserse en ella, y haver seyado sus bovedas, y mandado enladrillar de firme el suelo de la dicha Iglesia, para evitarlo en lo sucesivo; pase a señalar con anuencia y presencia de la justicia, Ayuntamiento y junta de Sanidad de esta villa, el sitio que devia servir de cementerio y quedó elegido, el inmediato a los vestigios de la hermita de Sr. Sn. Sebastián, un tiro de piedra de la población el qual fue bendito en las oraciones y ceremonias que previene el ritual romano y para que conste lo firme en la villa de Paterna en el dia catorce de marzo de mil ochocientos uno.”  

                                                                                Dn. Blas Gallardo Velásquez

 
El no estar catalogado el Archivo Municipal de Paterna nos ha imposibilitado hallar más documentación que permita ahondar en estos primeros momentos de la erección del Cementerio de San Sebastián y su posterior evolución, pues como sabemos es uno de los pocos cementerios parroquiales de la provincia.

 

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA: 

·         Archivo Histórico Municipal. Actas Capitulares Siglos XVII-XIX. Incompletas
·         Archivo Parroquial de Paterna. Libros de Finados. 1685-1688, 1799-1801.
·         Archivo Diócesis de Cádiz. Serie Visitas y Estados: Legajo 506,  Manuscrito 1235
·         Voz “Cementerio”. Enciclopedia Espasa- Calpe.
·         Voz “Cementerio”. Enciclopedia de la Cultura Española. Ed. Nacional. Madrid. 1963.
·         Voz “San Sebastián”. Enciclopedia Espasa-Calpe.
·         De la Pascua Sánchez, Mª. José: “Actitudes ante la muerte en el Cádiz de la primera mitad del siglo XVIII. Dip. Prov. de Cádiz. 1984.
·         Iglesia Rodríguez, Juan J.: “La epidemia gaditana de fiebre amarilla de 1800”. Dip. Provincial de Cádiz. 1987.