La Guerra de la Independencia
El
27 de Octubre de 1807 se firmaba, entre España y Francia el Tratado de Fontainebleau por el que ambas naciones se unían para
atacar y apoderarse de Portugal. Como consecuencia de dicho pacto el ejército
de Napoleón penetra en España con el pretexto de marchar sobre Lisboa, pero
pronto las tropas francesas comenzaron a ocupar toda la Península. La entrada del ejército
francés en Madrid inquietó al pueblo y el 2 de Marzo de 1808 se produce el
Motín de Aranjuez, en el que los amotinados se alzan contra el invasor,
produciéndose el 18 de Marzo la abdicación del rey Carlos IV en su hijo Fernando
VII.
Napoleón,
que nunca había reconocido la autoridad de Fernando VII, decidió aprovecharse
de la crisis dinástica española para sustituir a los Borbones por los
Bonaparte, proclamando a su hermano José
rey de España.
La
mayor parte del pueblo español rechazará la nueva monarquía por considerarla
ilegítima dando como resultado un alzamiento general que empezó el 2 de mayo en
Madrid y pronto se extenderá a todos los rincones de España. Era el inicio de la Guerra de la Independencia , que
duraría hasta 1814 y que acabaría con el Antiguo Régimen en España.
Tras un rápido avance del ejército francés sin
apenas resistencia, al llegar a Andalucía recibirá un gran revés. La unión de
los ejércitos de Sevilla y Granada bajo el mando del general Castaños le
llevará a una importante victoria española el 19 de Julio de 1808 en la llamada
Batalla de Bailen, la primera derrota en la larga carrera de triunfos del
ejercito imperial napoleónico que le valieron el dominio de Europa central.
El 14 de mayo de 1808 el general Murat, encarga a Dupont, General Jefe del Segundo Cuerpo de
Observación de la Gironda ,
dirigirse al sur de España con la misión de liberar la escuadra del Almirante
Rossilly, que se encontraba bloqueada en Cádiz, dominar el estrecho y hostigar
a la amenaza de Gibraltar, ocupada por los británicos. Pierre-Antoine Dupont de L´Etang era el General de División de más prestigio del
imperio francés con un dilatado currículum de victorias en las campañas napoleónicas en Europa. Dupont cruza
Despeñaperros el 31 de Mayo, el día 2 de
Junio llega a Andújar y el día 7 derrotará en la llamada Batalla de Alcolea a
un ejército de 15.000 voluntarios de Granada y Málaga al mando del teniente
coronel Pedro Agustín de Echávarri, que intentaba proteger la entrada a
Córdoba. Durante varios días la capital cordobesa será sanguinaria y
brutalmente saqueada por las tropas francesas que cometieron toda clase de
tropelías, violando, robando y asesinando.
Ante el internamiento de Dupont en
Andalucía la Junta Provincial
de Sevilla organiza el llamado Ejército de Andalucía al mando del general
Francisco Javier Castaños que establece sus tropas en Carmona y Utrera mientras
el suizo Teodoro Reding organizaba otro ejército en Granada. En Córdoba, Dupont
recibe la noticia de la rendición de la
escuadra francesa el día 14 y se hace eco de la formación de un gran ejército
español por Castaños, por lo que pide refuerzos y decide retirarse a Andujar,
ante el temor de quedar bloqueado Despeñaperros. En Andujar estaria un mes
esperando las divisiones de Vedel y Gobert, librando mientras algunas de
batallas y escaramuzas. El 18 de Julio decide ponerse en marcha hacia Bailen
para intentar enlazar con fuerzas francesas que venían en su ayuda y ya muy
próximas a su posición. Castaños iba tras sus pasos y Reding había tomado el
camino opuesto de Dupont. Ambos ejércitos, español y francés, se encontrarían
en las afueras de Bailén el día 19 de Julio de 1808 a las 3 de la mañana.
El general Dupont se ve sorprendido entre dos fuegos, y tras 10 horas de
combates no le quedó más remedio que rendirse, pactando las llamadas
Capitulaciones de Andújar que serían firmadas el día 22.
Soldados del 4º Rgto. Suizo de la Brigada de Chabert de la 1ª División en la Batalla de Bailen. |
Los prisioneros franceses de la Batalla de Bailen
El resultado de la batalla de Bailén
fue de 243 muertos y 735 heridos por la parte española y 2.200 muertos, 400
heridos y unos 18.000 prisioneros por la
parte francesa.
En las capitulaciones de Andújar se disponía que todas las tropas francesas de Andalucía
apresadas pasarían a Sanlúcar y Rota, por los tránsitos que se les señalasen,
para ser embarcadas con tripulación española y conducidas al puerto de
Rochefort, en Francia. Durante la travesía tropas de línea españolas
garantizarían la seguridad de los prisioneros franceses. Se establecía también
que los generales dispondrían de un coche y un carro para el transporte de sus
efectos, mientras que los jefes y oficiales de Estado Mayor dispondrían de un solo
carro
La
evacuación de Andalucía se produciría el día 23 de Julio y para no sufrir el
tórrido calor la tropas marcharían durante la noche y evitarían pasar por
Córdoba y Jaén, pues los franceses temían se linchados por la población civil
en represalia por crímenes que cometieron aquellos en la capital cordobesa.
Comenzaba
un periplo de penalidades para los prisioneros franceses, pues a las míseras
condiciones a que estuvieron sometidos y la crueldad de sus captores, se unía
la hostilidad contra ellos del populacho de las villas y ciudades por donde
pasaban.
Sin
embargo resultaba que la totalidad de los barcos aliados disponibles en la
bahía de Cádiz no eran suficientes para trasportar los 18.000 prisioneros
franceses a su país, por lo que el Capitán General de Cádiz Tomás de Morla
decide no respetar las capitulaciones firmadas por Castaños. Sí fueron
repatriados los generales y jefes de Estado Mayor franceses, con Dupont a la
cabeza, desde El Puerto de Santa María, donde embarcaron para Francia tras ser
saqueados sus equipajes. Pero los oficiales y tropas francesas fueron recluidos
en 16 pontones, viejos navíos con la
función de prisiones flotantes, fondeados frente a la ciudad de Cádiz durante 9 meses, hasta que
en abril de 1809 fueron trasladados a Mallorca, pero ante el temor de la
población de albergar 9.000 prisioneros sin contar con las instalaciones y
seguridad adecuadas, serán conducidos a la isla de Cabrera.
En
Cabrera, un islote de 16 Km2. desierto, sin infraestructuras -solo
un fuerte derruido-, ni agua, ni
guardianes que velaran por el orden, los prisioneros franceses serían
abandonados a su suerte. Al principio recibirán agua y víveres cada 4 días,
pero con el paso de los meses, las autoridades españolas se fueron olvidando de
los prisioneros. Los suministros y el
agua apenas llegaban, sin ropa y expuestos a las inclemencias del tiempo, las
enfermedades, el hambre y la sed fueron haciendo estragos en la isla, de manera
que, tras 5 años de horrores y miserias, cuando se firma la paz en 1804 y son
liberados, solo sobreviven 3.600 hombres.
Tras
la batalla de Bailen, el 24 de Julio de 1808
los 18.000 prisioneros capturados, 8.242 de Vedel y 9.323 de Dupont,
comienzan una interminable marcha siguiendo diferentes itinerarios por el
interior de Andalucía con destino a decenas de pueblos de las provincias de
Cádiz y Málaga, donde serían alojados antes de ser embarcados a Francia.
Paterna
de Rivera será uno de esos pueblos por los que transitaría un batallón de estos
desdichados soldados franceses con destino a Alcalá de los Gazules y Jimena.
Conocemos el paso de estos prisioneros por Paterna gracias a las memorias que
dejó para la posterioridad Gaspard Schumacher,
capitán de la guardia real suiza que participó en la batalla de Bailén
como teniente del 4º regimiento suizo adscrito a la 1ª División al mando del general Barbou. El
teniente suizo y su batallón estuvieron unas horas en Paterna, pero el trato
recibido será el motivo de dedicar unas
breves líneas de sus memorias para narrar el desagradable encuentro con
los paterneros acaecido el día 15 de Agosto de 1808.
Antes
de entrar en detalles y dado el interés que creemos tiene el documento para
este desconocido periodo de la historia de nuestro pueblo (no se conserva
ninguna documentación de esos años en el archivo municipal entre otros motivos
porque los franceses lo quemaron), haremos un breve relato de biografía militar
de Gaspard Schumacher ante de participar en la Guerra de la Independencia de
España. Así mismo proseguiremos con el viaje del protagonista y su tropa tras
abandonar Paterna para dar a conocer los acontecimientos que vivió y como
terminó su azarosa aventura como presidiario.
Gaspard Schumacher,
artillero de la Legión Helvética
Gaspard
Schumacher nació el 2 de septiembre de 1776 en Suiza, en el cantón de Lucerna.
Antes de la
Revolución Francesa Suiza era un país dominado por los
señores del Antiguo Régimen, con numerosos gobiernos locales y cantones. En
marzo de 1798 tropas francesas, respaldadas por revolucionarios suizos, ocupan
el país, dotándose de una Constitución y creándose un estado centralizado, la República Helvética.
Gaspard Schumacher |
El
joven Schumacher, con 22 años, toma la determinación de entrar al servicio de
la naciente República Helvética y el 26 de
Octubre de 1798 parte para Berna donde se alista en la compañía de
artillería de la Legión Helvética.
Como tenía algunos conocimientos en artillería, fue designado cañonero. Bajo la
esfera de la Francia
napoleónica, Suiza se transforma en escenario bélico en el que pugnan las potencias Europeas. Así,
Schumacher, desde el 4 de Junio de 1799, en que entra por primera vez en
combate en Zurich, pasará 4 años combatiendo en la legión, primero contra
austriacos y rusos y posteriormente contra los insurgentes de la República.
El
25 de Marzo de 1803 el cuerpo de las tropas helvéticas fue disuelto y sus
tropas puestas al servicio de Francia. Gaspard Schumacher decide entonces coger
un permiso y retirarse a su casa. La Comisión Militar
del cantón de Lucerna lo designa inmediatamente instructor del cuerpo de
artillería de Lucerna con el rango de teniente primero, puesto en el que
permaneció hasta el 27 de Abril de 1807.
Al
servicio de Napoleón en la
Guerra con España
En
1806 cuatro regimientos suizos de 4.000 hombres cada uno fueron movilizados al
servicio del emperador Napoleón. El 28 de Abril de 1807 Gaspard Schumacher fue
nombrado teniente primero del 4º regimiento suizo. El 4 de junio sale de su
casa con dirección a Besançon, donde se le confían 84 reclutas. El 21 de junio
se dirigirá hacia Rennes, en Bretagne, ciudad en la que se encontraba la base
de su regimiento y llegará el 22 de julio. Su regimiento estaba comandado por
el coronel Berrier, siendo destinado al 3º batallón, donde realizará la
instrucción y formación militar necesaria. El 20 de octubre parte de Rennes el
3º batallón compuesto por mil hombres tras recibir la orden de ir a Bayona para
reunirse, el 18 de noviembre, con el Segundo Cuerpo
de Observación de la Gironde ,
bajo el mando del general Dupont.
El
cuerpo de la armada francesa contaba con más de 30.000 hombres divididos en 3
divisiones, en cada división se integró un batallón suizo: el 3º batallón del
4º regimiento en la 1ª división del general Barbou; el 1º batallón del 3º regimiento en la 2ª
división del general Vedel y el del 2º regimiento en la 3ª división del general
Frere .
La
1º división partió de Bayona hacia España el día 22 de noviembre, llegando a
Irún al día siguiente. El itinerario en España
seguido por Schumacher fue el que se describe: Villareal, Tolosa, paso
de los Pirineos, Vitoria, Burgos, Valladolid, Medina del Campo y Madrid. En Madrid vivirá los acontecimientos del
Levantamiento del 2 de Mayo del pueblo contra la ocupación francesa.
El
6 de Mayo Schumacher abandona Madrid con su destacamento y se dirige hacia
Toledo, donde el 10 de mayo se reúne con la 1ª división, para, dos semanas
después, el día 24, partir hacia Cádiz.
El 1 de junio llega a La
Carolina , el 2
a Bailén y el 3 a Andújar.
El 7 de junio de 1808 Schumacher participa en la Batalla del Puente de
Alcolea, entrando en Córdoba después de 3 horas de duros enfrentamientos siendo
saqueada la ciudad por los franceses y cometiendo numerosos abusos contra la
población. Dupont ordena la retirada de
las tropas francesas de Córdoba hacia Andujar donde permanecerá acampada la 1ª
división del 19 de junio al 18 de julio.
El
18 de julio de 1808 a
las 10 de la noche parte el regimiento suizo con la 1º división hacia las
montañas de Bailen formando el grueso de la vanguardia y ataca a las fuerzas
españolas hacia las 3 de la madrugada.
Tras varios episodios de combates y una cruenta batalla de más de 10
horas, bajo unas condiciones climáticas extremas, Dupont, viéndose rodeado y
perdido, negociará las condiciones de la
rendición el día 19. Durante el
combate se dio la circunstancia de que se enfrentaron suizos contra suizos, así el batallón de Shumacher ( el 3º del 4º
regimiento) y los regimientos hispano-suizos Reding nº 2 y Preux nº 6 , los
tres pertenecientes a la 1º división de
Barbou, se encontraron frente a frente a frente en el campo de batalla con un
regimiento suizo al servicio del ejército español, pero ante los gritos de
éstos de que no se debían hacer fuego contra ellos, fueron retirados y
conducidos a otra posición. Suiza, un país tradicionalmente neutral, ofrecía
los servicios mercenarios de su
ejército, de gran prestigio en toda Europa, al país que los solicitase,
tanto en tiempos de guerra como de paz, dándose la paradoja que narra Schumacher en la Batalla de Bailen.
El
itinerario de Shumacher de Bailen a Jimena.
Tras
firmar Dupont el día 22 de julio las Capitulaciones de Andujar todo su ejército
cae prisionero. El teniente suizo y su regimiento, iniciarán el día 23 de julio
junto a la 1ª división de Barbou un viaje por el interior de Andalucía con
destino, en principio, a Sanlucar o Rota, desde donde serían embarcados a
Francia.
Tras
desfilar ante las tropas españolas, la 1º división abandona el campo de batalla
con dirección a Villanueva. Una de las cláusulas de las capitulaciones permitía
a los prisioneros llevar consigo sus bagajes y los caballos necesarios para su
transporte. A una legua del campo de batalla son obligados a arrojar sus armas,
pudiendo conservar los oficiales sus espadas. Los prisioneros iban escoltados
por viejos soldados españoles, circunstancia que alivia a Schumacher, pues
aquellos impedirían que los campesinos “groseros,
fanáticos y excitados contra los franceses”, les maltratasen. El teniente
suizo teme que la ira de sus captores se cebase contra ellos, pues era sabedor
de que las tropelías y abusos cometidos por la soldadesca francesa en Córdoba
en junio, habían exacerbado la animosidad y odio de la población contra ellos,
y sobre todo de las partidas de guerrilleros formadas por campesinos. El
ejército francés sufrió numerosas bajas a causa de la guerra de guerrillas, una
modalidad de combate nacida precisamente en la Guerra de la Independencia de
España, en la que grupos de civiles, aprovechando el conocimiento del terreno,
hostigaban al enemigo por medio de ataques rápidos y sorpresivos. Ahora el
temor de los prisioneros franceses era mayor, pues en su largo recorrido hacia
Cádiz, las partidas de guerrilleros les acecharían en los caminos para
sorprenderlos, y no durarían en masacrarlos.
Journal et souvenirs de Gaspard Schumacher. 1911 |
Al
llegar a Villanueva del Río, hoy Villanueva de la Reina , la 1ª división será
fraccionada en numerosos destacamentos, escoltados cada uno por tropas de línea
españolas. Los prisioneros solían acampar en las afueras de los pueblos, en los
campos o en los olivares, ante el temor de ser linchados por la población. A
los reos franceses se les permitían la entrada libre en ciudades y pueblos para
comprar las provisiones necesarias para su sustento, pero tendrían que ser muy
prudentes, sobre todo en lugares apartados y en los caseríos de los “campesinos medio salvajes”. El teniente
suizo refiere como a menudo soldados franceses temerarios fueron linchados por
campesinos instigados por los curas.
Después de una jornada pasada en
Villanueva el destacamento de Shumacher se dirige hacia Castro del Río, donde,
el día 27 de Julio, dos soldados franceses que quedaron rezagados en busca de
agua, fueron asesinados por dos campesinos españoles.
“Otros tres soldados
vieron a los asesinos y se lanzaron sobre ellos para detenerlos. Pero estos se
refugiaron en la iglesia de un monasterio próximo y pidieron a los monjes
ayuda. Los soldados no sabían que en una iglesia española, nadie puede ser
detenido por un laico. Ellos querían sin embargo mantener a los asesinos.
Inmediatamente, y por orden de los monjes, los tres fueron masacrados, llevado
a cabo por el pueblo, porque ellos habían hecho acto de violencia en una
iglesia y habían así atentado a la majestad de las cosas santas y a los
derechos de los monjes. Tres militares españoles que querían entrar en la
iglesia y querían saber de nuestra gente fueron muy maltratados. Tales actos
inhumanos son muy a menudos venidos a nuestros ojos.”
El
día 1 de agosto los prisioneros de la 1º División llegaban a Utrera, el día 2 a las Cabezas de San Juan,
donde acamparía la 1ª división. A algunos días de marcha les seguían desde
Bailén la 2ª y 3ª división. En las Cabezas permanecerían hasta que fueron
divididos en destacamentos y se les señaló a cada uno un acantonamiento. Una
gran parte de los prisioneros fueron llevados inmediatamente al puerto de
Cádiz, siendo recluidos en los viejos pontones fondeados en su bahía. Por el
contrario el Batallón de Shumacher recibe la orden de dirigirse hacia Alcalá de
los Gazules.
A los tres oficiales que formaban
parte del batallón suizo, entre ellos nuestro narrador, se les encargó, junto con 25 suboficiales y
soldados, servir de guardias al convoy. Se les proporcionaba también un
suboficial español con doce hombres, que además de protegerlos, por cuyo
cometido se les pagaban, debían servir de guardianes de los presos, cosa que ya
venían haciendo desde Bailen.
El
maltrato de los prisioneros en Paterna
El día 15 de Agosto el batallón
suizo marchaba desde Arcos de la
Frontera hacia Alcalá de los Gazules por el camino que pasaba
por Paterna. Dado el mal estado de esta vía de comunicación el tren de equipaje, es decir los coches y
caballos que acompañan al convoy con los efectos de los prisioneros, siguió
otro camino más al Este, suponemos que pasando por las cercanías de la actual
San José del Valle. En Paterna se tenían noticias de la venida de la columna de
prisioneros y estaban preparados para “recibirlos”. Así relata el teniente
suizo su amarga experiencia en nuestro pueblo:
“Hacia mediodía, a nuestro paso por el pueblo de Paterna, una
muchedumbre de campesinos armados, que nos esperaban, se arrojaron sobre
nuestros coches que fueron saqueados completamente. Un funcionario de esta
localidad tenía grandes dificultades para retener a estos canallas. Pero varios
monjes que, según la costumbre española, paseaban con bonitas mujeres al brazo,
se reían y provocaban a la canalla al
saqueo.
Numerosos soldados de
nuestra guardia, que intentaban resistirse a los campesinos, fueron maltratados
y algunos mismos heridos. De nuestra gente cuatro fueron masacrados. Los otros,
con un oficial, huyeron con la guardia española, hacia Alcalá.
Yo y uno de nuestros oficiales nos fuimos al principio de este
suceso hacia los monjes que estaban allí para que ellos trataran de retener a
los campesinos. Pero ellos no nos escuchaban y las bonitas mujeres que les
acompañaban se burlaban de nosotros. Entonces el oficial, juzga oportuno decir
en latín: “¡Padre!. ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen.!”. Aquello irrita
a los monjes. Al mismo tiempo una banda de campesinos nos ataca. Nos creímos
muertos. Sin embargo el funcionario del lugar, que intentaba salvarnos, grita a esta banda que había que conducirnos a
prisión. Fuimos por tanto encerrados en prisión. Pero, una hora después, se nos
hizo salir y conducir hacia Medina Sidonia, escoltados y custodiados por ocho
campesinos armados. Algunos de estos fueron bastante groseros con nosotros.
Pero otros eran mejores y, en fin, cuando conversamos un poco con ellos, todos
nos tuvieron luego bastante consideración.
Pasamos la noche de este
mismo día en un mesón. Pero los campesinos que nos habían asaltado, nos habían saqueado nuestro dinero,
nuestros relojes y hasta nuestra ropa, no teníamos otra subsistencia que la que
algunos de estos campesinos no daban voluntariamente.”
Los temores de estos presos
franceses a ser linchados por los campesinos en los pueblos por donde pasaban
se hicieron realidad en Paterna. Y es que desde la invasión napoleónica la
animadversión y el odio hacia el francés fue en aumento a medida el populacho
recibía noticias de los excesos cometidos por aquel en la poblaciones
conquistadas. Llama la atención la actitud incitadora y beligerante de los
“monjes” de Paterna (suponemos que se refiere a curas) hacia los prisioneros
franceses. Todo el relato del teniente suizo está plagado de referencias y
anécdotas acaecidas con miembros de la Iglesia , en las que precisamente éstos no destacan
por sus virtudes cristianas, sino todo lo contrario, dando una visión bastante
negativa del clero y su interesada y falsa devoción cristiana.
Tras pasar la noche en el mesón o
posada de Paterna (estaba ubicada en la actual c/ Real), los regidores paterneros
envían a los cautivos a Medina. Este hecho levanta las suspicacias del batallón
suizo, pues su destino era Alcalá de los Gazules, ¿con que intenciones las
autoridades de Paterna los trasladan a Medina?, se preguntaba nuestro
protagonista.
Al llegar a Medina el día 16 de Agosto, son
conducidos ante el regidor de la villa, quien por cierto hablaba francés, lo
que les permite denunciar ante él el saqueo de sus bienes personales y el trato
abominable que les habían proporcionado los paterneros. El regidor asidonense
recibe a los presos amablemente, los escucha y se compadece por el ultraje y
violencia sufridos, alojándolos posteriormente en la prisión local, aunque
ahora con mayor consideración y respeto. Shumacher quedará sorprendido con la
belleza de Medina:
“Medina Sidonia es una
pequeña ciudad sobre una montaña a cuatro leguas de Cádiz. Nunca había visto un
paraje tan bello. Se ve desde allí a muchas leguas a la redonda, la orilla del
mar, bonitas ciudades y pueblos. La perspectiva es bella sobre todo del lado de
Cádiz. Se ve desde allí el mar, la multitud de los navíos, la Isla de León, Puerto Real,
Santa María, Sanlucar, etc. Al levante, se ve el Peñón de Gibraltar, una parte
del Estrecho y un poco de las costas de África.”
El 17, los prisioneros suizos parten
de Medina, con una escolta de 3 hombres, hacia Alcalá de los Gazules, donde se
reunirán con el resto del batallón. Parte del batallón suizo se quedaría en
Alcalá y parte sería trasladada a Jimena:
“En Alcalá nuestro
batallón se tenía que dividir. Las cinco primeras compañías y los oficiales
superiores permanecerían en este lugar; las otras cuatro compañías (y yo estaba
entre ellas) fueron trasladadas a Jimena. Es toda una pequeña ciudad a dos
leguas de Gibraltar. Nuestras cuatro compañías –juntos 280 hombres- 11 de ellos
oficiales- partieron el 21 de Agosto de
1808 de Alcalá para Jimena.
Debo remarcar aquí que los
regimientos suizos al servicio de Napoleón tenían entonces 4 oficiales por
compañía y que el batallón comprendía 9 compañías. En 1810, la compañía no contaba más que con
tres oficiales y el batallón con 8 compañías.
Habíamos perdido entonces numerosos oficiales por la enfermedad o sobre le
campo de batalla.”
Las penalidades de los presos en Jimena
El día 21 de Agosto 1808 Schumacher
sale con su compañía hacia Jimena de la Frontera , escoltados por un oficial español y 20
suboficiales y soldados, que venían acompañándoles desde Bailén y con quienes
el trato era afable. Tras pasar la noche en un bosque, llegan a Jimena al día
siguiente, siendo recibidos por numerosos habitantes y campesinos con miradas
de odio. Los oficiales son alojados en una gran casa vacía proporcionándoseles
un jergón y una manta Delante de la
puerta de la casa se colocó un funcionario para impedir que los presos
escapasen así como para defenderlos del populacho. Se les proporcionó además un
soldado español para cocinar y comprar sus provisiones.
A los tres días las autoridades de
Jimena visitan a los oficiales suizos, son registrados minuciosamente y les
quitan su dinero, sus carteras, sus relojes, sus espadas, sus papeles… El
teniente suizo, cuyos efectos personales habían sido robados en Paterna, se
extraña de esta conducta. Para los ejércitos británico y francés un oficial era
considerado un hombre de honor, si caía prisionero se le pedía su palabra de
que no intentarían escapar hasta llegado al destino, recibiendo a cambio el
trato y respeto propio de un oficial. Los españoles, sin embargo, consideraban
que la palabra dada a un enemigo no tenía valor, por lo que trataban a los
prisioneros con poca consideración. Sin embargo en compensación reciben para su
manutención ocho reales diarios.
Los suboficiales y soldados
prisioneros son alojados en otro edificio. Al cabo de algunas semanas fueron
obligados por la fuerza a incorporarse al servicio de España; los que rehusaron
serían encerrados en un calabozo a pan y agua hasta que cambiasen de opinión.
La misma proposición se les hizo a los oficiales y suboficiales, pero ante la
insistente negativa de éstos, aquellos desistieron.
Al cabo de dos meses el trato por
parte de la población se hizo más benévolo, las autoridades visitaban a los
prisioneros de vez en cuando y se les dio permiso para pasearse bajo la vigilancia de un oficial. En
Jimena permanecieron los prisioneros 7 meses y unos días, tiempo que
aprovecharon para instruirse algo en nuestro idioma.
Por esta época ejército español
sufrió numerosas derrotas por los franceses, avanzando rápidamente en sus
conquistas. Surgirá entonces una sublevación popular para luchar contra los
franceses que se extenderá por toda España. Shumacher relata como en Jimena, se
reunieron alrededor de 600 guerrilleros con el fin de combatir a los franceses.
Refiere que todos llevaban alrededor del cuerpo
escapularios, rosarios, imágenes de santos…, siendo exaltados por los
monjes. Una masa de monjes, cubiertos igualmente sus cuerpos con imágenes y
rosarios, marchaba a caballo a la cabeza
de los guerrilleros.
Tras permanecer los guerrilleros dos
días en Jimena reciben la orden de partir; algunos la cumplen, pero la mayor
parte, según el teniente suizo, se niegan obedecer y alejarse sin antes “mancharse la manos de nuestra sangre”.
Esto provoca un altercado con los magistrados de la villa. Los monjes, a los
que las autoridades fueron a buscar se rieron y no respondieron nada. Por dos
veces cerca de 400 individuos, se arrojaron contra la casa donde estaban los
presos suizos, pero fueron detenidos por las autoridades.
El 28 de Marzo de 1809, a las 9 de la noche,
los guerrilleros se lanzan de nuevo sobre la casa. Las autoridades, policías y
vecinos que acudieron en ayuda de los presos, fueron maltratados. Tras derribar
a puerta con una gran viga penetran al interior de la casa. Los presos,
viéndose ya muertos, con cuchillos de mesa
y piedras recogidas en el patio, se refugian en el granero más alto de
la casa, donde podrían defenderse con
alguna ventaja y al que se accedía solo por una escalera estrecha y larga.
Viendo los guerrilleros que no podrían atacar a los presos sin bajas, deciden
incendiar la casa. Para eludir una muerte tan espantosa, los suizos abren un
agujero en el tejado con la decisión de lanzarse al vacío cuando incendiaran el
edificio. Hacia las 10 de la noche oyen gritos y clamores de todos lados,
creyéndose por tanto ya perdidos. En ese preciso instante llega el párroco de
Jimena, cuya casa y la iglesia se encontraban contiguas al edificio que
intentaban incendiar la muchedumbre.
Viendo el peligro que supondría el fuego, saca rápidamente de su morada
un crucifijo y se coloca delante de la casa con dos sirvientes portando unas
largas luminarias. El cura interpela a la muchedumbre persuadiéndoles de que no
prendiesen la casa, e insinuándoles que al día siguiente se podrían utilizar
otros medios para reducir a los presos.
Casualmente, en ese momento comienza
a caer un fuerte aguacero. La lluvia dispersa al gentío, quedando solo algunos
para vigilar la casa. Hacia medianoche la municipalidad y la policía llegan con
una fuerza de 20 hombres y anuncian a los prisioneros la feliz noticia de que
venían a conducirlos a Gibraltar. Silenciosamente salen de Jimena por un atajo
y a la mañana siguiente llegan al peñón donde son embarcados con dirección a La Isla de León.
Presidio
en el pontón “Vieja Castilla”
El 30 de marzo de 1809, Jueves
Santo, llegan a La Isla
de León, donde son alojados en un hostal, pero su destino final era Cádiz. El
día 31, ya en Cádiz, se presentan ante el comisario de guerra quién les informa
de su suerte: el pontón “Vieja Castilla”,
un antiguo navío de guerra, que ahora servía de cárcel flotante en medio de la
bahía, adonde serían conducidos al día siguiente, después de pasar la noche en
una casamata del castillo de Puntales.
Mapa Bahía de Cádiz 1812 |
En el Vieja Castilla coincidieron 830 oficiales prisioneros, la mayor
parte pertenecientes al cuerpo de la armada del general Dupont. En este pontón
también se encontraban oficiales de marina, cautivos desde la derrota de
Trafalgar. Anclados a un cuarto de legua, en numerosos pontones parecidos al Vieja Castilla, unos 6.000 suboficiales
y soldados franceses malvivían en una horrible miseria. Dos días antes de la
llegada del batallón de Shumacher, un gran número de prisioneros de guerra,
entre los cuales se encontraban muchos oficiales suizos, fueron embarcados
hacia la isla de Cabrera.
Para su mantenimiento los oficiales
recibirían 8 reales diarios, pero los víveres les eran proporcionados tan
irregularmente y tan caros que sufrieron grandes privaciones. Aunque la falta
de agua potable fue la carencia más cruel, sobre todo tras los días de fuerte
calor, causando numerosas enfermedades, de tal forma que en 7 meses 380 presos morirían.
Tras pasar largo tiempo en tan
lamentables condiciones, llegó a la bahía de Cádiz una flota inglesa de 36 barcos. Su almirante
se interesó por el estado de los presos, consiguiéndoles un mejor trato y un
hospital para los enfermos en la
Isla de León.
En esas fechas el mariscal duque de Bellune sitiaba Cádiz con el
objetivo de tomar la plaza. Los navíos y pontones españoles fueron retirados
del puerto y llevados a la bahía, con el fin de interponerlos al bombardeo
francés sobre Cádiz. El Vieja Castilla fue anclado cerca de Cádiz,
expuesto al fuerte oleaje y las tormentas. Los días 3, 4 y 5 de Marzo de 1810
un gran tempestad se desata en la bahía, tan violenta que en Cádiz no se recordaba
nada parecido en muchos años. Treinta y un navíos de todas clases y
nacionalidades fueron arrancados de sus amarras y empujados hacia la orilla de
Matagorda, no lejos de Trocadero, cayendo algunos en manos de los franceses que
tenías apostadas sus baterías allí para bombardear Cádiz. Entre esos barcos se
encontraban 5 navíos de guerra españoles, que para evitar cayesen en manos
francesas fueron incendiados la noche del día 5, produciendo grandes
explosiones al prenderse la pólvora almacenada en las bodegas.
Schumacher y sus compañeros pasaron
13 meses y 15 días en el Vieja Castilla,
bajo unas condiciones de miseria extrema, sin ropa, ni comida e infestados de
insectos. Para matar el tiempo tenían permiso de nadar alrededor del barco.
Cada barco estaba vigilado por una guardia española de 24 hombres y por cuatro
chalupas cañoneras que por las noches hacían la ronda.
El 15 de Mayo de 1810 se les anuncia
a los presos que al día siguiente serían embarcados con destino a Inglaterra.
Era una buena noticia porque los ingleses les tratarían mejor, pero con ello
perdían la esperanza de una pronta deliberación y comenzaría otra larga
cautividad.
Este mismo día, sobre las 7 de la
tarde, se levanta un fuerte viento de levante. Algunos oficiales cautivos conciben
un plan desesperado: cortar amarras y dejarse llevar por el mar y el viento
hacia la orilla donde se encontraban las baterías francesas. El pontón que
debían abandonar no tenía ni mástil, ni velas y además estaba vigilado por las
chalupas cañoneras que los cercaban. Sin embargo, a pesar de los peligros y la
resistencia que encontrarían, los deseos de libertad de los cautivos les dan el
coraje necesario para intentar la empresa. A
una señal convenida, los presos se lanzan sobre los guardias, los
reducen y se apoderan de sus armas. Eran las 10 de la noche cuando comienzan a
cortar amarras, cada una 28
pulgadas de circunferencia. El barco comienza a moverse
y a alejarse suavemente de las chalupas que montaban guardia a su
alrededor. Rápidamente 8 chalupas
intentan detener el avance del pontón mediante cables, respondiéndoles los
franceses desde el barco con disparos de balas de cañón. Pero inmediatamente
doce navíos cañoneros españoles abren un fuego terrible sobre el Vieja Castilla, causando la muerte de muchos hombres, abriendo vías de
agua e incendiando elbarco.. Ante la desesperada situación algunos oficiales de marina, buenos
nadadores, se lanzan al mar con la
intención de llegar al otro lado de la bahía para prevenir a los franceses de
su empresa. Algún tiempo después el pontón está bajo la protección de la
artillería francesa, impidiendo que se le acercaran lo cañoneros españoles. El Vieja Castilla apenas estaba a 3/4 de
legua de tierra, pero como no tenía ni mástil ni velas solo avanzaba merced a
la corriente del mar, quedando expuesto
durante 3 horas al peligro de los navíos españoles. A la una de la madrugada el barco toca fondo a
causa de las vías de aguas abiertas en su casco, a ¼ de legua de puente de
Matagorda, pero protegido por las baterías francesas. El mar revuelto impedía
nadar a tierra, aunque numerosos prisioneros se atrevieron y perdieron la vida.
Por la mañana el viento y el oleaje se calmaron, pero el reflujo les impedía ganar
la orilla. Cuando amanecía los españoles comenzaron de nuevo el bombardeo desde
el castillo de Puntales. Sobre las 8 de la mañana con la marea baja comienza la
salida de los presos del pontón, que estaba a unos 26 pies de profundidad. Los
primeros nadadores tocan pie unos 600 pasos del barco. En medio de un bombardeo
ininterrumpido, la mayor parte de los prisioneros se lanzan al agua y comienzan
a nadar hacia los soldados franceses que se encontraban esperándoles metidos en
el mar en la orilla. Perdieron la vida durante la fuga 166 hombres, pero
lograron llegar a tierra 742.
Por
fin el teniente suizo Gaspard Schumacher tras un cautiverio de casi dos años
lograba su libertad el 16 de Mayo de 1810.
Otros
dos pontones intentaron seguir el ejemplo del Vieja Castilla al día siguiente,
pero su emplazamiento y la dirección del viento no les fue favorable y cayeron
en manos de los españoles.
Tras
reponerse unos instantes en las baterías francesas, los presos fueron
conducidos a Puerto Real donde
serían alojados. Al día siguiente, 17 de
Mayo, se ponen en marcha con dirección a Sevilla, a donde llegarían en barco por el Guadalquivir desde Sanlúcar.
En Sevilla permanecen hasta el día 1 de Junio en que parten hacia Madrid,
pasando de nuevo por Córdoba y Bailen, que tantos recuerdos le .traía al
teniente.
Familia Shumacher |
El
21 de Junio llegan a Madrid y al día siguiente los oficiales franceses evadidos
del Vieja Castilla son recibidos por
el rey José Bonaparte. Tras 8 días en la capital de España reciben la orden de
incorporarse a sus cuerpos o bases de sus regimientos. El 28 de Junio el
teniente suizo parte para Rennes en Bretagne, donde se encontraba el 4º
regimiento suizo, llegando con 286 hombres a Francia el 22 de Julio de 1810, a Saint Jean de Luz,
abandonando definitivamente España.
Pero
las aventuras del capitán no terminarían aquí, pues después
participaría con el ejército napoleónico en la campaña de Rusia y estuvo
sirviendo en el ejército suizo hasta 1830, en que se retiró como jefe de batallón tras 32 años de servicio,
y se trasladó a vivir con su familia a la ciudad francesa de Orleáns, donde
escribiría sus memorias y acabaría sus días.
BIBLIOGRAFÍA
Journal et
souvenirs de Gaspard Schumacher, Capitaine aux Suisses de la Garde Royale
(1798-1830). Traduits e
publiqués avec la introducción par
Pierre D´Hugues. Paris. Arthème Fayard, 1911.
Este “Diario y Recuerdos” es un documento manuscrito conservado
por un descendiente del capitán suizo, M.
Felix von Schumacher, .escrito originalmente por el autor en alemán y
traducido al francés por Pierre D´Hugues, quién lo publicó en 1911. . Schumacher no sabía hablar francés. Parece
ser, por lo minucioso de los datos y fechas, que el teniente fue escribiendo
día a día este diario de su vida militar. El traductor refiere en su
introducción que suprimió “los detalles sin valor y las descripciones banales”,
“pues no tienen interés para nadie”. Así
mismo manifiesta D´Hugues los numerosos errores en los nombre geográficos extranjeros,
sobre todo de pueblos o lugares secundarios. Es el caso de nuestro pueblo,
Paterna, que lo denomina Baterna, o el caso Arcos de la Frontera , nombrado como
Aracosa.
Reder Gadow, Marion:
Andalucía: Entre Bailén y Sevilla. Revista de historia militar, Extra. Nº 2. 2005
Muy interesante historia. Enhorabuena por el Blog.
ResponderEliminarMuchas gracias
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