CRÓNICA DEL ENCIERRO EN LA PRENSA
EL PAIS. Edición impresa Miércoles 13 de Julio de 1988
MIKEL MUEZ. Pamplona
Seis heridos por asta de toro en el sexto encierro
Seis personas resultaron heridas por asta de toro en el sexto encierro de los sanfermines, corrido ayer con astados de Cebada Gago. Fue el encierro más sangriento de los últimos años y duró 7 minutos y 47 segundos.La cogida más grave se produjo en la cuesta de Santo Domingo, cuando Relojero, de 545 kilos, retrocedió hasta la puerta de los corrales. Relojero alcanzó a un mozo junto al edificio del Ayuntamiento y se cebó con él, volviéndose sorpresivamente e iniciando una pavorosa carrera calle abajo. En mitad de la cuesta de Santo Domingo y cuando la manada se había alejado, corneó a Arturo Bueno Echarri, de 42 años de edad y vecino de Pamplona. Le produjo tres heridas: una en el tercio superior del tórax derecho, que seccionó la parte superior del pectoral mayor en unos 20 centímetros, otra, en el cuello termicio medio del lado izquierdo, y la tercera, de unos 50 centímetros de extensión, en la parte interna de la rodilla. Fue intervenido quirúrgicamente en el hospital de Navarra, con un pronóstico muy grave.
Además, el encierro quedó igualmente fragmentado por delante y se produjeron cogidas en todos sus tramos. Francisco García González, de 18 años de edad, vecino de Pontevedra, fue cogido al final de la Estafeta en el tercio superior del muslo, con dos trayectorias de unos 15 centímetros cada una. Su pronóstico era grave. Mikel Zabalza Azcona, de 18 años, vecino de Parnplona, fue corneado en el hueco poplíteo con dos trayectorias. Ingresó en grave estado. Jesús Irigoyen San Martín, de 32 años y vecino de Pamplona, fue corneado en la entrada del callejón en plena cara, sobre el pómulo izquierdo, y el asta disecó el hueso malar. El neozelandés lan Gordon fue comeado al principio de la Estafeta en la mejilla izquierda. El asta penetró en su boca y provocó la pérdida de varias piezas dentarias. Su pronóstico era grave.
Finalmente, Félix González Zubiría, de 23 años, vecino de Pamplona, fue corneado en la masa glútea derecha, con doble trayecto de 8 y 10 centímetros de profundidad. Otro Cebada Gago, Doloroso, de 510 kilos, cogió en pocos metros a dos hermanos gemelos norteamericanos que realizan el encierro juntos desde hace muchos años en la curva de la Estafeta. John Riley resultó con fractura de clavícula izquierda y James Riley resultó policontusionado, con heridas en ceja, cuero cabelludo y un varetazo en la axila.
ABC SEVILLA. Edición impresa Miércoles 13 de Julio de 1988
Seis heridos, uno de ellos muy grave, en uno de los encierros más
peligrosos que se recuerdan
Pamplona. S. T.
El cornúpeta rezagado Inició de nuevo su carrera,
ayudado por los cabestros y los pastores, que ayer tuvieron que duplicarse para
evitar un drama mayor. Al mismo tiempo, otro morlaco sembraba el terror en la
célebre calle de La Estafeta y en la denominada zona de la Telefónica. Mientras
tanto, tres toros entraban en chiqueros. Posteriormente, otro volvía a
protagonizar escenas de pánico en la plaza.
Dos hermanos americanos, apellidados Riley,
fueron dados de alta tras su paso por la residencia sanitaria Virgen del
Camino. Uno de ellos presentaba fractura de clavícula izquierda, y el otro,
policontusiones con heridas en la ceja
derecha, en el cuero cabelludo y un puntazo en la región axilar derecha, así como
una contusión en el cuello.
Francisco García González, de 18 años
y natural de Pontevedra, continúa herido grave en el Hospital de Navarra, con
una cornada que le afecta al tercio superior del muslo con trayectoria
ascendente y descendente, sin que le haya afectado a los vasos vasculares y
nerviosos natural de Pamplona, permanece ingresado en el mismo centro, con
pronóstico grave. La herida le afecta al hueco poplíteo sin afectación vascular
nerviosa. El también plamplonés de 32 años David Irigoyen San Martín,
ingresado,asimismo, por una cogida en el
encierro de ayer, presenta heridas de pronóstico menos grave en el pómulo
izquierdo, que le afectan al hueso malar y que llegan hasta el borde orbitario,
sin que le afecten al ojo.
Félix González Zubiría, de 23 años y natural de
Pamplona, permanece ingresado en la Residencia Sanitaria Virgen del Camino,
debido a que presentó una herida inciso contusa en la masa del glúteo derecho
con doble trayectoria: una de 10 centímetros en la parte inferior que llega a
la tuberosidad isquiótica, y la otra, de 8 centímetros, que afecta a la faccia.
Asimismo, presenta heridas en el costado
izquierdo que lesionan la piel y el tejido subcutáneo.
El neozelandés lan Jordán, de 28 años,
fue intervenido quirúrgicamente en este centro sanitario por herida
transixiante en la mejilla izquierda que afectó al techo de la boca con avulsión
de varias piezas dentarias.
CRÓNICA DE LA CORRIDA EN LA PRENSA
ABC. Edición impresa Miércoles 13 de Julio de 1988
Los toreros deben tener algo
debajo de la montera
El
toro, el toreo y el recuerdo a Ortega Pamplona.
Vicente
Zabala, enviado
especial
Hoy
sí que se puede emplear con propiedad ese tópico que dice que ni «los más
viejos de la localidad recuerdan...»; pues sí, señores, ni los más viejos de la
localidad recuerdan un encierro tan extraño, no ya por lo sangriento, que los
ha habido peores, incluso mortales, sino por el comportamiento de algunos toros
de Cebada Gago durante el recorrido previsto.
A
nadie le puede extrañar que un toro o un par de toros se distraigan, se salgan
de la carrera, se paren y la emprendan a cornadas a diestro y siniestro; lo que
ya no es tan fácil de entender es el comportamiento de ese toro que se volvió
en dirección a donde había partido, o sea al revés, ni que decir tiene que la
gravedad de tan singular actitud del animal provocó un montón de cornadas
graves, golpes y volteretas.
Lógicamente
cuando se producen hechos como éste, la corrida de la tarde se presenta llena
de morbo, máxi- Roberto Domínguez me sin en ella actúa una figura del
toreo en
plenitud
y dos matadores de toros con experiencia, que hasta ahora no han ocupado más
altos
puestos en el escalafón después de bastantes años de alternativa por culpa de
incertidumbres imperdonables, que últimamente parecían dispuestos a rectificar.
Como antes...
La
corrida se celebró en un ambiente de lo más cordial, poco a poco se va
recuperando la vieja alegría sanferminera, entre la satisfacción de los propios
pamploneses, que de una vez por todas parecen decididos a no dejarse arrebatar
en nombre de nada ni de nadie sus
formidables fiestas.
Las
peñas atendieron esta vez a los bonitos lances de capa del Niño de la Capea al que
abrió plaza, verónicas de buen juego de brazos y planta quieta. El toro de
Cebada Gago tenía la fuerza justa para seguir la muleta del maestro salmantino,
que atraviesa un gran momento, espoleado por los recientes triunfos de Madrid y
Málaga. Da gusto verle tan fácil, tan suelto y cada vez más compuesto.
A
medida que madura se está convirtiendo en un torero de mejor corte, limando
aristas, puliendo viejos resabios. Ha suprimido el zápatillazo,«construye mejor
las faenas, con mayor lógica, ajeno a instrumentar pases porque sí, sin orden
ni concierto. El aplomo, la serenidad,
la compostura realzan su innata facilidad para torear, que antes se perdía en un
estilo ligerito, acelerado y. zaragatero. El Niño de la Capea toreó francamente
bien al primero,
pero lo mató mal, sin decisión, perdiendo todo lo que había ganado con capotey
muleta. A pesar de lo que se alivió con el acero, en recuerdo a lo bien que
manejó el capote y la muleta, le hicieron dar la vuelta al ruedo.
No
habían sido faenas de arrebato, de locura emocional, sino de las que hacen
pensar al buen aficionado, al que sabe seguirlas evoluciones del animal, al que
razona lo que ve y tal vez por eso saboree íntimamente la tarea de un diestro
con la cabeza tan despejada como la de este joven maestro, cada vez más
clásico, por lo que hay que reprenderle cuando después de tantos años de
alternativa todavía no sabe que no tiene que saludar al presidente después de
matar a su segundo toro. Es obligatotio hacerlo cuando ha soportado al primero, como consecuencia del
brindis reglamentario. Ir a la presidencia después de matar al cuarto equivale
a presentarse delante de un espectador a recoger la imaginaria montera por un
brindis que no se ha llevado a efecto/Insisto, maestro, que es imprescindible
cuidar los detalles como cuidar el de vestirse impecablemente de torero, como
no lo hace casi ninguno hoy ¡vaya vestido grana y oro!, con las mangas y las bandas
de la taleguilla tupida de oro.
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