miércoles, 27 de julio de 2016

ENCIERRO SAN FERMIN CEBADA GAGO 13 DE JULIO DE 1996



CRÓNICA DEL ENCIERRO EN LA PRENSA
 
EL PAIS. Edición impresa  Domingo 14 de Julio de 1996. 
 
Heridos por asta de toro el novillero Edu Gracia y un corredor pamplonés
 
Luis Fernando Duran
Pamplona
 
El penúltimo día de las fiestas de San Fermín dejó un balance de dos heridos por asta de toro. Durante el penúltimo encierro, que se corrió entre la habitual aglomeración de los fines de semana, un astado de Cebada Gago cogió en la calle Estafeta a Francisco Javier Díaz-Faes Pérez, pamplonés de 23 años y estudiante de Magisterio, que sufrió dos cornadas, una de 40 centímetros en el muslo, con orificio de entrada y salida, que afecta al tejido celular y fibras, y otra de 25 centímetros en el glúteo. Su pronóstico es grave. En la novillada matinal, celebrada en la plaza de toros, el navarro Edu Gracia fue corneado en la pierna izquierda, a la altura de la tibia, por un novillo de Rocío de la Cámara. La herida es de 25 centímetros. Gracia fue intervenido en la misma plaza y quedó ingresado en el Hospital de Navarra. Su pronóstico es grave. La multitud fue el mayor peligro del penúltimo encierro de San Fermín. El callejón era un hormiguero cuando trotaron por la calzada los toros de la ganadería Cebada a Gago. Un mozo llegado desde Castellón resumía así el panorama: "Sálvese quien pueda". Y es que en el encierro sólo hay algo más arriesgado que el toro: la masificación. Y eso se produce cada Fin de semana. "El problema", dijo otro corredor, "es que con tanta gente al toro se le ve cuando lo tienes encima y te puede arrollar".

Francisco Javier Díaz-Faes explicó en el hospital Virgen del Camino el momento de la cogida: "Ha sido por culpa de la gente que había, aunque he tenido también bastante mala suerte. Cuando subía a la acera el toro me alcanzó". Francisco Javier aseguró que sintió la comada como un golpe fuerte. "Luego, cuando me sacó el cuerno sentí un gran escozor y mucho dolor, aunque ha sido muy limpia. Llevo corriendo desde el 89 y nunca me había pasado nada", dijo.

Entre los participantes del encierro de ayer abundaban turistas y embriagados. Uno de ellos citó a uno de los toros de forma ariesgada. Su acción, prohibida, puso en peligro a los demás mozos, que le golpearon y recriminaron. El próximo año, San Fermín estrenará un nuevo reglamento que castiga esos gestos con multas de hasta 100.000 pesetas.

Las mismas apreturas de la calle se registraban ayer en las terrazas del recorrido. Para acceder a esos balcones hay que desembolsar hasta 3.500 pesetas. Este alquiler es un negocio ideado hace cuatro anos por Ángel Jordan, un antiguo corredor de San Fermín. La idea ha sido un éxito. "Lo único que se exige es que tengan seguridad y tratar amablemente a los clientes", dice Jordan. El servicio incluye café y la repetición del encierro por televisión.

Los que ven el final del encierro en la plaza de toros también pasan por taquilla. Pagan 400 pesetas por una entrada de grada. Ver el resto del recorrido es gratis, aunque hay que madrugar. A las seis de la mañana las empalizadas y talanqueras se llenan. Según la Policía Municipal, cada día ven el encierro en vivo más de 30.000 personas; el doble los fines de semana.

CRÓNICA DE LA CORRIDA EN LA PRENSA
 
ABC. Edición Domingo 14 de Julio de 1996. 
 
Octava de los Sanfermines -
José Tomás, impresionante, se dejó un triunfo importantísimo por la espada
 El madrileño cortó una oreja a la seria corrida de Cebada Gago
 
Pamplona
Si alguien durante toda la vida ha llevado el nombre de Pamplona por el mundo entero, ese es Jesús Rodero. Rodero se recupera de una fuerte cornada por haber estado siempre muy cruzado con el toro de la vida. Estos Sanfermines los ha pasado convaleciente, como muchas veces les ha ocurrido a las grandes figuras del toreo. Su familia ha bregado a la perfección en su restaurante con los cientos de visitantes que se acercan en estas fechas tan difíciles de plena temporada.
 
Hay ahora que ponerse pronto en forma para no perder más contratos que, seguro que con la voluntad, tuya, y el cariño de tu gente, la recuperación se acelera y pronto estás de nuevo con los trastos en este ruedo de Dios. Ánimo. Distraído salió el primero de Cebada Gago. El aire incomodó a Emilio Muñoz cuando recogía con el capote a su enemigo.  Cuando cesó el viento, el de Triana lanceó a la verónica acelerado y sin apreturas. Manseó el de Cebada en varas. Del caballo rehuyó siempre, y a Muñoz, con muchos años de alternativa y por lo tanto de experiencia, no se le ocurrió cambiar al jaco de terreno. Pésima lidia. Con la franela no lo vio claro ni se confió en momento alguno. Por el pitón derecho el toro valía. Claro que con el cuajo y la seriedad del animal, y que Muñoz no estaba por la labor de echar el trapo al hocico, se pasó el tiempo entre probaturas y muletazos fuera de cacho. Cuando cogió la zurda, el de Cebada Gago casi se lo lleva por la barriga. A este torero se le vienen arriba y encima muchos astados a mitad de viaje, y es que creemos que algo falla en su técnica. Con la espada se fue de primeras a los bajos. Como siempre.
Muñoz echó mano de la dignidad torera y anduvo con una mayor decisión. Claro que el que tenía enfrente, era, hasta el momento, el  mejor toro de la corrida. Sin embargo, la decisiónse quedó en eso; aunque hubo pases de abelmontado trazo con sabor a Sevilla. Pero su labor careció de continuidad y resultó un tanto deslavazada. Desde luego, cuando Muñoz se asienta y se pone en el sitio -cuando se ponía- nos llegaba dentro con su toreo. El toro hubiera tenido, a nuestro entender, mayor partido en otras manos. Con la espada es repetir la historia de siempre. Recogió una ovación desde el tercio.  
El segundo de la tarde portaba en su cabeza dos pitones de terror. Juan Mora se inhibió desde el comienzo completamente de la lidia. La corrida se convirtió en una capea de pueblo. El de Cebada Gago, manso y con sentido, campeó a sus anchas por el ruedo. Desarrolló un peligro terrible; pero allí nadie dio la cara.
Los subalternos pasaron las de Caín en el segundo tercio. El toreo algunos sólo lo conciben como una estética de poner posturitas. La lidia no existe. El placentino perdió los papeles. Papeles que no cogió en momento alguno, tal y como le hubiera correspondido. Aquí en cuanto no sale el toro bobalicón y noblote nadie sabe qué hacer. Después de tres pases montó la espada. El mitin fue de ordago. Ocho pinchazos y una horrible puñalada pusieron el punto final a su desastrosa labor. Claro que el ejemplar de Cebada Gago sólo tenía aviesas intenciones. Pero otra vez, matador, eríjase usted en lidiador desde un primer momento. Y si sale un enemigo como el de ayer no le deje el mal trago a un peón que, con buena voluntad y poco acierto, instrumente cerca del centenar de capotazos y termine tocándole las orejas al de turno. Ni qué decir tiene que la bronca fue de estrépito.  
El quinto de la tarde también manseó lo suyo en el primer tercio. Vemos a Mora, al margen de la anterior faena, con el sitio un tanto perdido. En éste hizo un esfuerzo. Aún  así, se sucedieron los tirones, la falta de reposo, el uso del pico hasta la exageración, la figura forzada, el toro pasando lejos del torero... Otra vez mal. Necesitó del verduguillo para concluir su labor.  
José Tomás se hizo presente con prontitud y decisión ante el primero de su lote. El toro no era nada claro; pero el madrileño se impuso con un valor de escalofrío. Inició la faena con unos estatuarios en los medios sin rectificar las atornilladas zapatillas. Luego, sobre la diestra, corrió la mano, pasándose los pitones de su enemigo muy cerca de su cuerpo. Con la zurda, al comenzar el pase de pecho, el de Cebada Gago se le quedó debajo y se lo echó a los lomos. Se levantó presto el matador, sin mirarse, para volver a Coger la zurda. Desde luego por arrestos que no sea. El valor de este torero estremeció Pamplona. Puso la plaza del revés. Las manoletinas finales, templadas y toreras. Llegaron a los tendidos. Hubiera cortado seguro las dos orejas de no ser por la espada.  
José Tomás no pudo lucirse con el percal. El de Cebada Gago, al igual que sus hermanos, no peleó bien «n varas. La corrida, en conjunto, estuvo fantásticamente presentada, sin que ninguno de los astados superara  los 550 kilos. En cuanto al juego, resultó de lo más interesante para el aficionado y no poco
dura para los toreros. Éste que cerraba plaza embestía sin entregarse y con la cara alta, siempre sabiendo lo que se dejaba atrás, especialmente por el pitón izquierdo. El torero madrileño volvió de nuevo a jugarse la vida sin miramientos, como quien no quiere la cosa, sin darse importancia, cuando realmente lo que hace impresiona al más frío de los espectadores. Cortó una oreja en este último por su decisión y arrojo. Se tiró a matar con rectitud, aunque la espada quedó algo delantera. Impresionante este torero que, desde luego de seguir así, se va a hacer con un merecido hueco en todas las ferias de España. Uno que viene, y otros dos, Muñoz y Mora, que parece que se van. Interesantísima la tarde vivida ayer en Pamplona 
Vicente ZABALA DE LA SERNA




 

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